El sábado 22 comenzó algo más tarde de lo previsto (8:30 AM) motivado por el retraso del vuelo (MAD-ATH con Iberia) del día anterior, lo que provocó que tuviéramos que coger el autobús, E95, para llegar al centro de Atenas. Desde plaza Syntagma, caminamos 5 minutos hasta llegar a nuestro hotel, Acrópolis House, a la 1:30 AM.
Sin embargo, debíamos dejar todo eso atrás y con la ayuda de un completo desayuno, nos dispusimos a callejear por el barrio de Plaka para encontrar nuestra 9ª maravilla: la Acrópolis. Así que, tras escasos 10 minutos caminando, con un espléndido Sol dándonos la bienvenida y 24º en el ambiente, empezamos a divisarla.
Decidimos entrar por su parte sur (south slope) para disfrutar mejor su parte principal. El teatro de Dionisio nos recibía, pudiendo sentarnos a intentar imaginar un espectáculo griego.
La primera imagen de todo el recinto desde allí sentado, te deja triste, algo frío, porque el tiempo, la historia y las personas no perdonan. Hay partes del complejo que son completos solares, donde sólo un simple letrero te hace imaginar lo que había allí. Triste, muy triste.
Desde el teatro fuimos avanzando (subiendo por una ligera pendiente), descubriendo todos sus elementos: la cisterna bizantina, la fundición de bronce, etc. Mirando hacia arriba empezamos a ver grandes monumentos y pequeñas personas, la verdadera Acrópolis nos esperaba y con ella una enorme multitud. No recuerdo un lugar tan masificado por turistas, cruceristas, curiosos, grupos, viajeros… creo que no faltaba nadie y ese aspecto le quita bastante encanto a la visita, porque un lugar mágico se convierte en una pequeña feria. No quiero ni imaginar lo que será en verano…
Obviando la multitud, la entrada principal de la Acrópolis llama la atención y te hace retroceder muchos años atrás. Puedes contemplar todo Atenas, sintiéndote con la sensación de poder que tuvieron los antiguos griegos. El lugar es privilegiado.
Ya dentro del complejo principal, se pueden ver los dos elementos más reconocibles de la Acrópolis: el Erecteion y el Partenón. Ambos quizás en un “mejor” estado de lo que podíamos esperar, aunque las grúas que rodean el Partenón te hacen volver a la realidad, la de las obras y reconstrucción. Incluso las cariátides del Erection (elementos clave de la Acrópolis) son copias. Actualmente, 5 originales están en el Museo de la Acrópolis (Atenas) y la 6ª está en el British Museum (Londres).
Después de rodear y contemplar detenidamente el Erecteion, volvimos a buscar el Partenón. Sus dimensiones impresionan, no sólo por su altura, sino por la belleza que transmite, la cual entiendes mucho mejor cuando conoces/aprendes sobre su construcción (sea por su historia o con la simple visita al museo de la Acrópolis).
Un lugar clave de la maravilla, es el mirador, presidido por una gran bandera griega, desde donde puedes contemplar Atenas por un lado, el Templo de Zeus por otro y justo detrás el Partenón. Desde ahí, podréis hacer bonitas fotografías y sentaros a disfrutar.
El Partenón
Intentando analizar/disfrutar cada detalle de la Acrópolis termina una visita, que en nuestro caso, se alargó hasta las 2 horas y media, no sin antes, buscar la mejor foto posible del Partenón y de la ciudad. Yendo hacia la salida (entrada principal, en nuestro caso) dejas atrás miles de años de historia de algo que fue (y en parte es) una verdadera maravilla arquitectónica, pero que ahora se queda en recuerdos y reconstrucciones… aunque debemos concienciarnos en conocer la historia y la Acrópolis forma parte importante de ella.
Eran las 12:00 y después de un tentempié, seguimos nuestra visita por Atenas. Como la entrada combinada de la Acrópolis, 12 €, te da acceso a las otras partes de la Grecia clásica: ágora antigua, ágora romana, biblioteca de Adriano y templo de Zeus, decidimos aprovechar y seguir empapándonos de la cultura griega.
Empezamos por el ágora antigua, a la cual se llega caminando por la Apostolou Pavlou tras salir de la Acrópolis. Aquí podemos ver dos elementos principales: la Estoa de Átalo (donde se celebró en 2003 la unión de 10 nuevos países a la UE) y Hefestión. Lugar recomendable.
Saliendo del ágora antigua y en pleno barrio de Monastikari, nos encontramos con la biblioteca de Adriano y el ágora romana, dos sitios para visitar, pero sin demasiadas cosas que reseñar, quizás la estatua de la Victoria (Niké) encontrada en 1988 y en un estado bastante bueno. Vuelve un poco a invadirte algo de tristeza por el estado de los monumentos, pero hay que pensar en positivo, al menos queda algo, en otros lugares, ni eso.
Y llegaba la hora de comer, así que volvimos a Plaka, la Taberna Bizantino se encargó de alimentarnos de maravilla (ensalada de berenjenas, souvlaki de pollo, moussaka, cerveza Alpha y agua) todo ello por 27€. Muy satisfechos, fuimos a descansar una hora y recargar pilas.
Ya con nuevas energías, volvimos a la zona de la Acrópolis para ver el atardecer desde el monumento de Filopapo, al cual se llega desde un sendero situado a los pies de la Acrópolis. Este sitio lo conocimos gracias a Sele, así que doblemente recomendado (por él y por nosotros). Desde ahí pudimos ver toda Atenas y contemplar el majestuoso complejo. Las vistas son inmejorables, se respira mucha paz y tranquilidad desde allí. Imprescindible en cualquier visita a Atenas.
Tras ver la magnífica puesta de Sol, descubrimos que nos quedaba tiempo (eran las 18:45) para visitar el Museo de la Acrópolis, sin duda para mí, la gran alegría del viaje y motivo de orgullo para el pueblo griego. Para empezar, el edificio es precioso y te sorprende, durante todo el recorrido, con sus enormes paneles acristalados por los que caminas dejándote ver la zona arqueológica situada debajo del museo. ¡Impresionante!
La única pena es no poder hacer fotos para mostrar lo que contiene, pero se trata, sin duda, de uno de los mejores museos del mundo: por sus instalaciones, ubicación, contenido y forma de presentación Solamente poder ver la última planta dedicada al Partenón hace merecida la visita, pero hay mucho más, lo mejor que lo descubráis vosotr@s mismos. Merecerá la pena, estamos seguros y no olvidéis contemplar la Acrópolis desde sus ventanales, otro lujo. ¿Su precio? 5€.
Con la satisfacción de haber conocido mejor la historia y una nueva maravilla, caminamos hacia Plaza Syntagma para ver a la guardia griega protegiendo la tumba del soldado desconocido. Desde ahí, callejeamos hasta encontrar un sitio para cenar. Otra terraza, esta vez con sillones, se encargó de alimentarnos, de nuevo muy bien.
Ya eran las 23:00 del sábado 22 de octubre de 2011 y Acrópolis House nos esperaba… habíamos recorrido miles de años en 12 horas, era el momento de descansar y sentirse satisfecho por el día vivido. 21W había descubierto su novena maravilla y, de nuevo, lo había hecho con su mejor acompañante. La 10ª maravilla nos espera… y de nuevo iremos juntos.