Tras el largo día anterior: «Una noche en la Plaza Roja», nos dimos un pequeño margen de horario para afrontar con plenas energías el largo día que se nos presentaba. Un buen desayuno en nuestro apartamento, mezclando productos locales (zumo y pan) con propios (jamón serrano, pavo, café), nos dio las energías suficientes para comenzar la jornada caminando por la gran Tverskaya, que nos llevaría directamente al Kremlin.
Tras una breve parada a cambiar algo de dinero (excelente cambio ofrecido en la mayoría de las casas de cambio que encontramos), caminamos los 2 kilómetros hacia la maravilla, donde empezamos a contemplar los grandes contrastes rusos (riqueza-pobreza), que se aprecian principalmente en los coches.
Llegamos sobre las 11:00 al Kremlin, donde vimos una primera gran cola en una de las entradas laterales de la Plaza Roja (la que se sitúa a la derecha del Museo), no era para las entradas del Kremlin, era para el Mausoleo de Lenin, gratuito, pero con muchos detalles reseñables en los que me detendré a continuación.
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