El lago Atitlán es un lugar especial por su enclave, rodeado de volcanes (San Pedro, Santa Clara, Tolimán y Atitlán), y por su color, un azul que podíamos denominar azul Atitlán. Un lago con encanto, no sé si el más bonito del mundo, pero competiría con fuerza en esta categoría.
Situado en Guatemala, acoge docenas de pueblos, denominados la mayoría como los apóstoles, así encontramos las poblaciones de San Juan, San Marcos, San Pablo, San Lucas y Santiago de Atitlán, entre otras, pero hay uno especial, diferente, el que sirve de base para el volcán que recibe su nombre: San Pedro.
Así que tomé un barquito desde Panajachel, la ciudad que da acceso al lago, y allí me fui 3 días, a desconectar, pasear por sus alrededores (se puede caminar hasta San Juan) y disfrutar del lago. En un principio no tenía muy claro si afrontaría la ascensión al volcán San Pedro, porque había leído que era dura y no encontraba nadie con quién realizarla, por lo que el precio subía considerablemente. Para mi sorpresa parecía que la gente no estaba interesada en subirlo…
La ascención es exigente, pero muy recomendable, por la excursión en sí y, sobre todo, por la recompensa final: las mejores vistas del lago Atitlán y la proeza de subir 3020 metros hasta la cima de un volcán (inactivo).
Finalmente, tras un día de descanso en San Pedro, encontré a última hora una agencia que me rebajaba el precio porque había otro chico interesado. Perfecto, acordamos la hora de salida, compré algunas provisiones y a descansar porque la jornada comenzaba pronto. A las 6:00 am sales hacia el volcán y los motivos de madrugar tanto son varios: evitar las horas centrales de Sol, evitar la nubosidad del lago y dar margen para caminantes más lentos. Así que mochila de ataque al hombro y a por el volcán.
Recomiendo llevar bastante agua, algo de fruta (platanos), frutos secos y alguna barrita energética. Desde que salgas del pueblo no podrás comprar nada, simplemente no hay. Asimismo es importante llevar otra camiseta para cambiarse en la cima.
Todos puntuales y a las 6 am empieza la ruta. Nuestro guía, Mingo, al principio está tímido, tanteando a sus acompañantes de hoy: Richard, un chico francés y el que escribe estas líneas. Ambos jóvenes y con buena apareciencia física, pero las montañas y volcanes no entienden de apariencias, entienden de piernas, espíritu y mentalidad.
Aquí no llega el más fuerte, llega el más preparado.
Encaramos las primeras cuestas, que son las del pueblo, para conducirnos hasta el inicio del volcán. Para ser tan temprano, es una buena forma de comenzar. Mingo sube como si nada, nosotros comenzamos a acordarnos del madrugón, pero aún así el ritmo es bueno y constante. A los 30 minutos llegamos al acceso del volcán: el parque ecológico Volcán San Pedro. Nos inscribimos en el libro de visitas y comenzamos la verdadera subida, lo otro sólo había sido un mero entrenamiento.
Es común que la gente tome un taxi desde el pueblo hasta la entrada del parque y viceversa, respetable, pero no entendible por mi parte, ya que le quita encanto a la excursión desde el pueblo.
El cielo está nublado, parece mal día para ascender, una finísima lluvia nos acompaña y la temperatura ha bajado considerablemente, unos 12 grados; sin embargo, Mingo nos indica que eso no será problema porque la lluvia se irá, la temperatura subirá y la cima estará despejada. En ese momento no sabemos muy bien si son ánimos o experiencia, luego descubriremos que la experiencia siempre es un grado.
Los primeros metros transcurren entre caminos terrosos, con espesa arboleda y sorteando algunas piedras. Algo sencillo, ninguna dificultad destacable, pero es tras cruzar un pequeño arroyo cuando llega lo bueno. Como dicen los ciclistas: «la carretera se empina hacia arriba» y vaya si lo hace, llegan las primeras cuestas y son duras, exigentes y constantes, sin respiro. Bienvenidos al volcán San Pedro.
La exigencia se vuelve mayor, pero logramos mantener el paso constante que impone Mingo, nacido en San Pedro hace 40 años, estatura media guatemalteca, casado con 3 niñas y que subió por primera vez el volcán con su padre a los 7 años!! Nos pregunta por cómo vamos y parecemos enteros. El problema del camino es que las cuestas no dan tregua, son intensas y de esas que te desaniman porque no ves el final, solo metros de tierra y piedra indicando que te queda bastante.
Llega el sudor como acompañante para no abandonarnos. Comenzamos a hidratarnos, pero no paramos, todo en ritmo de ascensión a buen paso. No es hasta 90 minutos después cuando encontramos el primer receso, en un mirador con un nombre precioso:
«Mirador en Camino de las Nubes. Altura: 2194 msnm. Distancia recorrida: 1600 metros».
Mingo nos observa y parece satisfecho con lo que ve. Richard y yo conversamos amigablemente en el descanso, porque durante la subida era imposible hablar. Tras 10 minutos, reemprendemos la marcha.
Según mis cuentas faltan 3 horas, porque decían que eran 4 de ascenso, pero consulto a Mingo y me dice que a este buen ritmo subiremos en menos de 3. Eso nos anima y el cielo parece que comienza a despejar y la lluvia a desaparecer. Buenas señales, sin embargo el camino no nos permite relajarnos, vuelven las intensas cuestas terrosas y alguna piedra que tenemos que superar. Cambiamos la arboleda por plantaciones de café y maizales, además poco a poco podemos a ver el pueblo de San Pedro y el lago Atitlán desde las alturas. Estamos cada vez más seguros de que el esfuerzo merecerá la pena.
El recorrido se hace cada vez más intenso y superamos a una pareja de españoles con otro guía, que comenzaron a las 5:30 am. Confirmamos nuestro buen ritmo y al poco tiempo, superamos a otro chico que iba con guía. Es muy posible que seamos los primeros del día en hacer cumbre, eso me inyecta energía extra y noto que mi paso mejora y Mingo aumenta un poco el ritmo. Nos dice que podemos subir un 5% más rápido. Efectivamente, nos exige, pero respondemos, incluso puedo ir charlando un poco con él sobre las costumbres de Guatemala.
Continuamos la subida y afrontamos una parte realmente dura. Hemos dejado atrás el café y el maíz, vuelve la arboleda, incluso nos metimos por en medio de algunos árboles caídos. El cielo parece despejado y se vislumbra el final. La cima parece cerca. Y efectivamente, tras 20 minutos llegamos a un claro, unas piedras, las escalas y allí está el fin de la ascensión a los 3020 metros del volcán San Pedro.
Las vistas son impresionantes, de las mejores panorámicas de todo mi viaje y pasamos 30 minutos descansando, observando, tomando fotos, comiendo algo y cambiándonos de ropa.
Sin duda que el esfuerzo ha merecido la pena. No hay lugar donde mirar que no sea bonito y, como bien predijo Mingo, el día mejoró y ni rastro de las nubes.
El color del lago te atrapa y si es vistoso en fotografía, lo es aún más en persona.
Se observan los pueblos a los pies del lago y en su ladera, además se ven los otros volcanes: Tolimán y Atitlán que flanquean el lago.
La estampa no tiene precio, incluso me atrevo a dar un salto. No todos los días se consigue ascender un volcán con semejantes vistas.
Nuestro guía, Mingo, es el actual campeón (lleva 4 años seguidos) de la subida a la cima del volcán. Hace el recorrido total, subida + bajada, en menos de 3 horas.
Tras las 3 horas de ascensión, llega el momento de afrontar la bajada, que la hacemos en 2h, sin apenas descanso y a buen paso. Noto que mis piernas piden descanso, pero sufrir es parte de la vida en la montaña, así que no les hago caso y continúo como si nada. Ya habrá tiempo de descansar.
Deshacemos el camino, pero los últimos 30 minutos desde el acceso a la subida hasta el pueblo se me hacen realmente duros. A veces la bajada se hace más complicada que la subida por el cansancio acumulado. Sin embargo, continúo, con evidentes calambres en las piernas, pero lo consigo y mi buena mentalidad suple el dolor.
Nos despedimos todos y agradecemos a Mingo su excelente ayuda, un guía como pocos: atento, cuidadoso, dicharachero y un atleta. Son casi las 12:30, una hora estupenda para una ducha tras el largo día. Ahora me pregunto como voy a celebrar el ascenso y la solución la encontre así…
Y ahora me invaden recuerdos de aquel apasionante día, con la subida a un volcán para contemplar un bellísimo lago. El ascenso a San Pedro para contemplar Atitlán. Otro reto conseguido en la vuelta al mundo y una historia que deseaba compartir con vosotr@s.