Nueva Zelanda es conocida como tierra de naturaleza, la diversidad de opciones es abrumadora: lagos cristalinos como espejos, paisajes imposibles al estilo Mildford Sound, cordilleras montañosas como los Alpes, incluso glaciares, sí, enormes lenguas de hielo que se formaron en la edad del hielo hace millones de años, pero con el paso del tiempo se están perdiendo…
Los principales glaciares de Nueva Zelanda se encuentran en la costa oeste de la isla sur, en concreto hablamos del glaciar Franz Josef y del glaciar Fox, cada uno enclavado cerca de un núcleo urbano que ha surgido a raíz de la popularidad de estas moles de hielo. Ambas poblaciones reciben el propio nombre de los glaciares y no son más que casas y algunos comercios a los pies de la carretera en apenas 300 metros.
El glaciar más popular y el que recibe más visitas es el glaciar Franz Josef, sin embargo tras leer varias reseñas nos decantamos por visitar el otro: el glaciar Fox. El resultado fue tremendamente satisfactorio y debido a nuestro ajustado itinerario nos saltamos la visita a Franz Josef y decidimos continuar nuestro viaje hacia el norte de la isla.
La visita gratuita y por cuenta propia al glaciar Fox.
Lo primero a reseñar es que si viajas en coche/caravana/moto esta excursión es completamente gratuita y decir gratis en Nueva Zelanda es algo increíble, más aún pudiendo presenciar este fenómeno de la naturaleza. No hay que pagar ni siquiera entrada de acceso al parque nacional ni para hacer los caminos señalados.
La visita al glaciar la puedes organizar por cuenta propia con un ayuda de un mapa disponible en todos los alojamientos de ambos pueblos (Franz Josef o Fox Glacier), ahí encontrarás todos los senderos con tiempos y opciones. En nuestro caso nos decantamos por hacer el trekking que te da acceso al mirador superior y el recorrido que te lleva hasta el mirador de la lengua del glaciar.
Aunque la opción gratuita es la más popular, también se puede contratar un tour con guía, sólo el transporte, incluso la visita en helicóptero. Todo ello se puede hacer en cualquiera de las poblaciones cercanas.
Entre helicópteros.
El recorrido hasta el mirador superior es de una hora caminando por la montaña, atravesando piedras, ríos y un sendero de tierra. Es un recorrido sencillo, bonito y apto para todos los públicos.
Los únicos requisitos son llevar unas buenas zapatillas de montaña, algo de comer y abundante agua. El resultado final es muy satisfactorio y además no encontramos apenas gente en el lugar. Se puede contemplar perfectamente la formación del glaciar y su precioso entorno con los alpes neozalendeses de escolta.
Se sentía paz y tranquilidad en la sencilla plataforma de madera, aunque había un sonido que, de vez en cuando, te generaba una molestia: eran los helicópteros que transportaban a las personas hasta la parte superior del glaciar para caminar por su superficie. Contamos más de 10 helicópteros durante nuestra visita… con la consecuente contaminación acústica en el lugar y en las personas.
Lo positivo es que se está trabajando en evitar o al menos controlar el paso de helicópteros como pudimos constatar al hacer una encuesta de satisfacción (enfocada al 90% en los helicópteros) al salir del recinto.
Entre escaladores.
Para llegar al segundo recorrido de la mañana, el que te conduce hasta la lengua del glaciar, decidimos tomar el coche, pero existe la opción de caminar por un sendero desde el anterior mirador.
El recorrido hasta el mirador es precioso, transitando paralelos al río Fox, al que desemboca el glaciar y entre las montañas llenas de rocas, con alguna cascada de agua en sus resquicios. La dificultad es sencilla, aunque tiene un punto de dureza en la cuesta final que da acceso al mirador. Son apenas 100 metros con un elevado porcentaje de subida, pero a buen paso todo se puede subir y más sabiendo que el glaciar te está esperando al final.
En este mirador sí que encontramos bastantes más personas y hay que tomar aire de la cuesta, hidratarse y esperar para buscar el hueco para contemplar y fotografiar la inmensa masa de hielo.
De nuevo, tan sólo el sonido de los helicópteros rompen la magia del momento, pero no impiden que miremos entusiasmados la amalgama de colores que ofrece el glaciar. Tonos de blanco, grises y azules. Te quedas hipnotizado mirando su lengua y su parte superior tan blanca, tan cerca de las montañas.
Y cuando decidimos irnos, llegó la sorpresa del día y para mí uno de los momentos de nuestro paso por Nueva Zelanda y, seguramente, de todo mi viaje. Vimos en la parte inferior del mirador dos personas caminando, fuera del sendero y de la zona señalada. Pensamos que eran dos «intrépidos» e «inconscientes» que se habían ido a hacer algunas fotos, sin embargo estábamos muy equivocados.
En 2009 dos turistas australianos fallecieron al saltarse las barreras de seguridad y caminar 500 metros hasta la lengua del glaciar para sacar fotos. En ese punto más de 100 toneladas de hielo cayeron sobre ellos provocando el trágico final.
En este caso se trataban de dos escaladores que, minutos después, estaban con sus crampones y piolets subiendo por el glaciar. Fue fascinante observarlos y aún más hacerles fotos contemplando los detalles, las enormes zanjas del glaciar y la dificultad del proceso de escalada. Así que debido a este espectáculo único nos quedamos otra media hora viendo a los dos intrépidos escaladores en en el glaciar Fox.
Volvimos al coche todavía impactados por los escaladores con una fina lluvia de acompañante, indicando que era el momento de dejar el glaciar Fox. Valoramos si visitar el glaciar Franz Josef, pero hicimos otro recorrido por la zona y pusimos rumbo hasta la ciudad fantasma de Greymouth, quizás la población más extraña donde haya estado nunca, pero eso es otra historia.
Datos de interés del glaciar Fox.
Se encuentra situado en el Parque Nacional Westlant Tai Poutini de la isla sur y recibe su nombre tras la visita, en el año 1872, del primer ministro de Nueva Zelanda, Sir William Fox.
Su tamaño es de 13 kilómetros desde los alpes hasta la costa, siendo uno de los pocos glaciares que terminan entre un bosque a tan sólo 300 metros del nivel del mar.
El retroceso del glaciar es continuo año a año, encontrando señales en todo el sendero indicando donde llegaba hace años, siendo cientos de metros atrás de dónde se encuentra ahora. Sim embargo entre 1985 y 2009 se dio el curioso caso de avances continuos, incluso en 2006 el promedio de desplazamiento fue de un metro por semana.
Hola Alejo.
Como siempre fantásticamente relatado.
Un abrazo.
Maria Pilar
Muchas gracias, Mª Pilar. Una alegría muy grande leer tu comentario 🙂
Saludos!