Amanece muy pronto en Wadi Musa, pero eso no impide que, todavía con la noche cerrada y con el recuerdo del día anterior en Petra, nos preparemos para poner rumbo al objetivo de hoy: Ad-Deir, más conocido como el Monasterio de Petra.
Volveremos a sentirnos aventureros al atravesar el desfiladero del Siq, a maravillarnos con el Tesoro, a caminar por sus arenosas calles y a contemplar sus estructuras y templos en piedra.
Un recorrido de 800 peldaños tallados en la roca nos llevará a lo alto de la montaña de Ad-Deir.
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Entrada en Petra a primera hora.
Comenzamos el trayecto por el imponente desfiladero del Siq, un lugar que emociona cada vez que lo atraviesas y es que sus 1200 metros de longitud y sus acantilados de más de 70 metros van proporcionando escenas diferentes de luces y sombras a cada paso que das. A eso unimos que es primera hora de la mañana y apenas hay gente en Petra, por lo que el sonido de nuestros pasos retumban al caminar.
No hay comerciantes, no hay ofrecimientos de paseos en burro, caballo o camello, se siente paz. Y una leve brisa nos hace de fría acompañante para recordarnos que todavía el Sol no luce en plenitud.
Llegamos al Tesoro de Petra, Al-Khazneh, que se muestra entre sombras y que registra apenas una decena de turistas, pero no podemos detenernos si queremos conseguir llegar al Monasterio antes de la llegada de centenares de turistas prevista para un par de horas.
Caminamos por la calle de las fachadas sin acompañantes. Todos los comercios y bares permanecen cerrados. Avanzamos por la calle columnada y encontramos el desvío hacia el Monasterio.
El Monasterio de Petra es más humilde en diseño que el Tesoro, pero me impresiona más, bien sea por el recorrido, por tener la parte superior abierta o por el contexto.
Inicio de la subida al Monasterio de Petra.
Nos esperan 800 escalones en piedra, de forma irregular y que requieren de un buen estado físico para llegar hasta el final, aunque tendremos varias zonas de descanso y, ya casi al final, encontraremos varios puestos que venden bebidas y recuerdos.
Tras los primeros cien metros de subida comenzamos a darnos cuenta de la belleza del entorno, basta contemplar una panorámica del lugar para valorar dónde estamos. Una ciudad construida en piedra en un árido paisaje.
La pendiente comienza a incrementarse y decidimos seguir cada uno nuestro propio ritmo, porque no es sólo la altura, sino que los escalones tampoco ayudan a mantener un paso constante.
Nos cruzamos varios burros cargados que realizan el descenso en solitario, incluso algún turista realizando la subida en un fatigado animal que hace lo que puede por esas rampas de piedra.
Y tras 45 minutos de subida, llegamos al final del camino. Aparece ante tus ojos una enorme estructura de 45 metros de alto y 50 metros de ancho.
El Monasterio impone y te deja sobrecogido unos minutos.
Es más humilde en diseño que el Tesoro, pero impresiona más, bien sea por el recorrido por tener la parte superior abierta o por el contexto, pero me emocionó mucho contemplarlo, más aún poder hacerlo en solitario. No había nadie alrededor.
Parece pura magia encontrar algo tan perfecto en medio de un paisaje tan árido y rocoso.
Vistas del Monasterio de Petra desde arriba.
El Monasterio fue construido por los nabateos en el siglo I en honor a Obodas I tras su muerte, bien como tumba, como templo o ambos; aunque se piensa que, más tarde, en la época bizantina, fue utilizado como iglesia. Además, antiguamente, la subida a Ad-Deir se hacía a modo de procesión y la zona abierta frente al monumento era el lugar de reunión.
Si bien situarse frente al Monasterio impresiona, las mejores imágenes y lo que nos sitúa en la grandeza del lugar, se consiguen caminando un poco más arriba, desde donde el Deir alcanza su belleza al quedar integrado en el entorno. Parece pura magia encontrar algo tan perfecto en medio de un paisaje tan árido y rocoso.
Y como curiosidad, al final del camino encontraremos un pequeño puesto que indica que las mejores vistas (best view, escrito en grande) se tienen desde ahí y no se equivocan. Es en ese punto, y no antes, donde se debe acabar la subida al Monasterio.
Regreso hacia el Tesoro de Petra.
Regresamos por el camino hacia el Monasterio, nos hidratamos bien y comenzamos el descenso hacia la parta inferior de la ciudad. Comenzamos a notar mayor trasiego de personas, los comercios ya han abierto y el calor comienza a hacerse notar. Y pensamos que ha sido todo un acierto realizar la subida a primera hora, más aún cuando llegamos al Tesoro y observamos la feria de turistas y comerciantes con el Sol iluminando la estrella de Petra.
Tras la subida al Monasterio, llegaba el momento de abandonar la maravilla de Petra por el Siq, no sin antes echar la vista atrás un par de veces y ver como el Tesoro se perdía de nuestra vista. Era momento de poner rumbo a otro lugar espectacular, el desierto de Wadi Rum, donde vivimos una tarde-noche muy especial, pero esa fue otra historia…
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