Han sido cientos los atardeceres que he podido contemplar en mi vuelta al mundo, incluso en muchos lugares he repetido varias veces, encontrando siempre escenas diferentes. Era mi momento preferido del día, ir tras el Sol para ver cómo se escondía y, de paso, si se podía buscar la hora azul para tomar algunas fotografías y esperar la noche. Es una de las ventajas de viajar sin prisas, los atardeceres pueden ser tan infinitos como quieras.
Imágenes que al volver a verlas te ponen los pelos de punta, te emocionan, te transportan al lugar. Vuelves a sentir la intensidad del momento y eres capaz de imaginarte toda la atmósfera que rodeaba el lugar.
Elegir los mejores atardeceres de un viaje tan largo es una tarea complicada, tanto que intenté hacer una lista de tres, pero me fue imposible; luego pensé en 5 y más de lo mismo; al final, he llegado al consenso de elegir mis 10 atardeceres preferidos y, como comprobaréis no siempre lo importante es la escena, sino que influyen muchos otros factores. La numeración no será relevante, siendo estrictamente cronológica.
- Atardecer en Puerto Nariño en el Amazonas (Colombia).
Siempre recordaré los momentos de auténtica paz en el Amazonas, sentado a orillas del río, viendo cómo el cielo se pintaba de colores y las personas volvían a casa en sus humildes barcas.
Lo vi un día y otro y otro, sentí que nunca me cansaría de estar allí sentado viendo su vida pasar y como el cielo se lo agradecía.
- Atardecer en Isla de Pascua (Chile).
Tener el mejor lugar de toda la isla de Pascua, Tahai, para ver los atardeceres a 10 minutos caminando de casa, convertía cada tarde en una preciosa rutina que acababa frente a una plataforma de moais y el Sol escondiéndose detrás por el Pacífico.
Inolvidables tardes junto a familiares, amigos y moais.
- Atardecer en el Desierto de Atacama (Chile).
Reflejos, luces y tranquilidad. Así recuerdo los atardeceres en el lugar más seco del planeta: el desierto de Atacama. El lugar es la laguna Tebinquinche, la laguna espejo, y la escena la completan Fernando, Inés, un grupo de turistas y un buen vaso de pisco sour.
Y sonaba en nuestras mentes Víctor Jara… la vida es eterna en cinco minutos.
- Atardecer en Florianópolis (Brasil).
Una playa de ensueño, que se perdía en tu mirada, surfistas, buena compañía y una cerveza bien fría.
No se podía pedir más para ser feliz por las tardes en Brasil, bueno quizás sí, que las tardes hubiesen sido más largas, porque nos faltaban horas.
- Atardecer en Colonia del Sacramento (Uruguay).
Uno de los mejores lugares del mundo para ver atardecer. El Sol se esconde por el Río de la Plata, con Buenos Aires de fondo y tú situado en una solitaria playa con la única compañía de una pareja de enamorados que a lo lejos se abrazan.
Podía haber estado un pintor con su lienzo, pero estaba yo con una simple cámara.
- Atardecer en Sídney (Australia).
Atardeceres bellos e infinitos, así recuerdo mi búsqueda del atardecer en Sídney. Aquí no era tan bonito cómo se iba el Sol, sino cómo llegaba la hora azul en busca de la noche.
Recuerdo esos momentos sin nadie alrededor, en la otra punta del planeta, sintiendo cómo de grande es el mundo porque mientras yo veía el Sol marcharse, en España comenzaba un nuevo día.
- Atardecer en Coromandel (Nueva Zelanda).
El lugar de la paz y la tranquilidad, sin apenas contaminación acústica, más allá del sonido del viento. Coromandel es el refugio de los pensadores, pero también de los fotógrafos. De fondo sonaba Enya, no se me ocurría mejor banda sonora para ese momento de meditación que hacían mis compañeras de viaje.
Y apareció la luna llena, llegó la hora azul y se encendieron algunas luces…
- Atardecer en Luang Prabang (Laos).
A orillas del río Mekong, entre piedras y tras pasar un puente colgante, llegas a un lugar que podría denominarse el paraíso del relax. El Sol se va escondiendo entre templos, cultura, años de historia y pequeñas barcas con familias que cruzan el río para llegar a casa. Sientes que el tiempo ha dejado de tener importancia.
Laos te regala momentos mágicos durante el día, pero te guarda lo mejor para el atardecer.
- Atardecer en Kota Kinabalu (Borneo – Malasia).
Kota Kinabalu, una ciudad que sólo destaca por dos cosas: su gastronomía y sus extraordinarias puestas de Sol. Hasta en 4 ocasiones estuve sentado en el paseo marítimo esperando a que el Sol se marchara por el mar y cada día que pasaba allí era una tarde diferente, preciosa.
Merece la pena visitar KK tan sólo por contemplar una puesta de sol allí.
- Atardecer en el desierto de Wadi Rum (Jordania).
El último gran atardecer fue en el desierto de arena roja, el Wadi Rum en Jordania. Un momento grandioso, no tanto por las escenas, sino por lo que representa. El paso del día a la noche en el desierto es mucho más que el paso de la luz a la oscuridad, es un cambio climático en sí mismo.
Comienzan a soplar rachas de viento, se levanta arena, pero tú sigues sentado contemplando la escena, porque sabes que momentos así no vivirás todos los días, es más quizás sea un momento único, para toda la vida. Y ves a tus amigos impresionados, pero tú lo estás más aún. No quieres que acabe el momento, pero el Sol se esconde definitivamente y una leve brisa te hace ir a por tu chaqueta. Ha llegado la noche al desierto de Wadi Rum.
Estos son mis 10 atardeceres preferidos, pero ¿cuáles son los tuyos?
A cada cual más bonito y especial, aunque nosotros nos quedaríamos con el de la Isla de Pascua. 🙂
Ojalá algún día podamos disfrutarlo en persona.
Isla de Pascua es un valor seguro, son impresionantes los atardeceres allí, por la luz, los moais y por su ubicación. Ya sabéis tan sólo hay que ahorrar un poquito y a cumplirlo 🙂