Y lo que era un sueño, una simple idea, una posibilidad remota, se convirtió en realidad. De nuevo, como sucedió hace unos meses en Noruega, el cielo se iluminó y las Auroras Boreales volvieron a bailar, esta vez en Islandia, para demostrar que la naturaleza es tan imprevisible como bella.
Fue un espectáculo diferente, más largo, más amplio, con una paleta de colores menos intensa, pero con momentos únicos, donde el cielo se iluminó como si estuviera amaneciendo o como si alguien hubiese dado la luz en la noche islandesa.
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Los preparativos.
Desde que decidí que el viaje de verano sería a Islandia investigué la posibilidad de ver Auroras Boreales y, es que según había leído, las posibilidades de verlas en Agosto eran pocas, casi remotas, pero había una mínima esperanza, porque el año pasado se vieron por esas mismas fechas. Así que organicé un itinerario, con predominancia de zonas de poca contaminación lumínica, casas aisladas, finalizando el viaje en la zona norte del país, donde habría más opciones de verlas.
Para consultar el pronóstico de Auroras Boreales en Islandia la mejor web es la de su Instituto de Meteorología, donde te indican la intensidad, la nubosidad, las horas de Sol, las fases de la Luna y los cielos despejados.
Finalmente, el capricho del destino quiso que las viéramos en la parte suroeste del país, a 40 kilómetros de su capital, Reikiavik y a 15 km de su aeropuerto principal, Keflavik . Eso sí, en una casa bastante aislada de la civilización. Inicialmente tuvimos un par de problemas de difícil solución: la luna decreciente estaba más brillante que nunca e iluminaba todo el cielo y al ser verano la oscuridad total tarda mucho en aparecer, por lo que las Auroras se hicieron esperar más de lo previsto…
Sin embargo, esa noche teníamos un presentimiento bastante bueno, porque el pronóstico era excelente, dando cielos despejados y una intensidad elevada de la actividad solar (4-5 de 9), por lo que era cuestión de tiempo tener la oscuridad, sentarse a esperar, levantar la vista y…
La noche que contemplamos Auroras Boreales en Islandia.
En esta ocasión, el escenario elegido para ver las Auroras no fue un fiordo, sino una zona, a escasos metros del mar, donde nuestra casa, llamada Traðarkot, protagonista en muchas de las fotos, nos dejaba ver, desde sus amplios ventanales, los 4 puntos cardinales, pero sería desde el exterior donde podríamos contemplarlas bien.
Ubicamos una silla en nuestro jardín, nos abrigamos bien (unos 5-6º con humedad del 100%), tomé la cámara y nos dispusimos a esperar. El cielo a nuestra disposición y nosotros de guardianes, pero no se hacía de noche, a pesar de que el Sol se había ido dos horas antes.
Estaba tan emocionado que incluso preguntaba otra y vez “si en ese país no se hacía de noche”, cosa que realmente sucede en Mayo con el Sol de Medianoche.
Sin embargo, llegó el momento. Puntuales, como si hubiesen leído el pronóstico, y tras varios leves avisos, a las 0:00 del 24 de Agosto de 2016 las Auroras Boreales aparecieron en el cielo de Islandia.
Y como sí de un preludio se tratara y al igual que sucedió en Tromso, las Auroras Boreales aparecieron de menos a más, dejando para el final los momentos más brillantes (nunca mejor dicho) y el baile final, aunque esta vez aparecieron con una actuación extra, ofreciendo una cortina de luz que cubría todo el cielo y que no había visto nunca.
Las primeras luces del norte fueron de emoción, no atinaba ni hacer fotos, no podía parar de mirar el cielo y disfrutar del espectáculo. Me costó unos minutos asumir que estaba volviendo a contemplar Auroras Boreales, eran reales, y un par de fogonazos verdes y grises me lo confirmaron. Ahora empezaba el momento de capturarlas para lo que miré para todos los lados intentando buscar la mejor escena, pero reconozco que me vi superado por el momento.
Las fotos no hacen justicia a esas horas de espectáculo en el cielo, aun así me siento satisfecho de algunas de ellas, viendo los medios a mi disposición y mi talento fotográfico.
Contemplar Auroras Boreales requiere paciencia, porque nunca sabes cuándo puede venir lo mejor ni el final, así tuvimos leves pinceladas al principio en el norte, para ir apareciendo luces hacia el este, hacia la casa de nuestro vecino, por lo que ésta se convirtió en la inesperada protagonista de muchas fotos. Parecía como si las Auroras Boreales estaban cayendo sobre su casa, rayos de luz, nebulosas verdes hasta convertirse en franjas luminosas que marcaban un sendero.
Lo curioso es que las luces no querían acercarse a nuestra casa, seguían pintando el cielo, pero sin tocarla, aunque tenían guardada la parte final para ella. Tras los senderos de luz, que fueron constantes y continuos en el tiempo (gran diferencia con Tromso), las Auroras Boreales comenzaron a bailar, desplegando una intensidad lumínica y una velocidad nunca imaginadas. El cielo se iluminó como en un día despejado.
La vista no daba para abarcar semejante escena, la pobre cámara se limitaba a sacar alguna foto, pero nunca podía captar lo que estaba pasando. En ese momento, según me recuerdan, debí entrar en una especie de trance y comencé a correr en todas las direcciones buscando la localización perfecta, pero la escena en el cielo era tan abrumadora que ni con mil cámaras lo habría conseguido. Lo recuerdo como segundos, pero debieron ser minutos.
El último baile de Aurora.
Tras esos momentos, las Auroras fueron girando hacia el este e invadieron nuestra casa, apareciendo una cortina de luz que la abrigaba como si le faltara cobijo y mientras tanto, iban dejando pinceladas de luz y color hacia el sur. Lienzos bellos y precisos.
Y para finalizar, tras más de dos horas contemplando Auroras Boreales, las luces viraron hacia el suroeste, en busca de la luna y algunas nubes, dejando nuevas escenas intercalando colores con nubosidad. Belleza es la palabra que se me ocurre al recordarlo.
Las luces se fueron apagando poco a poco, como si supieran que nuestros amigos (recién aterrizados y que contemplaron también las Auroras) estaban llegando a casa. Era el broche final a una noche mágica. De nuevo, el Sol desplegó toda su intensidad para pintar la noche y convertir un lienzo oscuro en una escena de tonos verdes, grises y azulados.
La casa encendida de Islandia
Lo que comenzó siendo una bonita historia de amor con las Auroras se está convirtiendo en un idilio y es que poder contemplarlas dos veces en el mismo año y en países diferentes no está al alcance de muchos. De nuevo, me considero un privilegiado y, además esta vez, pude compartir este momento con familiares y amigos que no las habían visto antes. Ni en mis mejores deseos hubiese imaginado contemplar de nuevo Auroras Boreales, naturaleza mágica en estado puro.
Sólo puedo decir……OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHH!!!!!!!!!!!
Muy parecido a lo que estuve diciendo yo durante casi 3 horas… y ya has leído que casi entré en trance. Una locura de Auroras 🙂
Wow!! =)
Tremendas fotos y tremenda suerte la que tuvísteis amigo!
Una vez más…aurora estuvo en la lata!
Ya sabes que la suerte hay que buscarla, pero es cierto que esta vez tuvimos mucha. Ya sabes que estabas invitado, pero renunciaste… intentaremos organizar algo pronto y como consigamos 3 de 3 ya lo estudiaremos como caso de éxito en un futuro.
Abrazo y gracias por comentar.
auroras boreales islandia http://bit.ly/2k7BaNn