Paisaje en Khao Sok

Una furgoneta circulando por una carretera secundaria de Tailandia en una oscura y lluviosa noche de agosto. Perdidos, sin señal en el gps, sin poder ver más allá de pocos metros, sin apenas indicaciones, sin comercios abiertos, sin gente a la que preguntar. El reloj marcaba las 22:30, la noche empezaba a ser más intensa, con el agradable acompañamiento de la lluvia. La posibilidad de no llegar a nuestro alojamiento comenzaba a ser real, la opción de dormir en la furgoneta empezaba a tomar forma… pero el destino siempre te tiene preparada una sorpresa.

Tras hacer 2 cambios de sentido, sentíamos que estábamos cerca de la entrada al parque natural de Khao Sok, nuestro destino, pero no sabíamos cuánto… así que paramos en el arcén a revisar otro de los carteles en thai que pensábamos sabríamos interpretar (no sé muy bien cómo) y ahí surgió la sorpresa. Una pequeña moto se acercaba hacia nosotros desde un camino embarrado, se veía una tenue luz, la lluvia aumentaba su intensidad y conseguimos parar al buen hombre, que desde su ciclomotor con su casco de minero nos miraba con cara de quiénes son éstos y que hacen allí. Era fácil: estábamos perdidos en mitad de Tailandia. No sin cierta dificultar, conseguimos hacernos entender y nos dijo que estábamos muy cerca de la entrada de Khao Sok, concretamente en el otro sentido y a apenas 500 metros y 3-4 curvas. Así que le agradecimos enormemente su ayuda y seguimos al dedillo sus indicaciones.

Efectivamente, a los 5 minutos encontramos el desvío que buscábamos y a los pocos metros llegaban las indicaciones hacia Our Jungle House, nuestro paraíso en la jungla. Eran las 22:50 y no sabíamos que nos encontraríamos a esas horas… tras continuar 2 km por un camino lleno de barro y piedras, llegamos al aparcamiento. Ahí bajamos rápidamente del coche para buscar a alguien que tuviera nuestras llaves, poca vida había a esas horas, apenas 2 personas en la recepción, pero eran huéspedes… nos dijeron que ya no quedaba nadie del hotel, excepto el chico del bar, así que subimos las escaleras y por suerte allí estaban nuestras llaves esperándonos. El bar cerraba a las 23, lo habíamos conseguido por 5 minutos. ¡Increíble!

Muy amable, el muchacho nos acompañó a nuestro alojamiento: una fantástica casa en el árbol y otras dos cabañas junto al río. El entorno era espectacular y la lluvia, la iluminación y las horas eran el complemento perfecto. Rápidamente nos instalamos y alucinamos con el lugar (incluso algunos vieron una araña gigante, camino de tarántula). Volvimos a la recepción, todavía emocionados y cansados por todo lo que habíamos vivido ese día. Más de 7 horas de coche por Tailandia para llegar a la jungla tailandesa en plena noche cerrada. Decidimos concluirlo de la mejor forma, sentados alrededor de una gran mesa de madera bebiendo una botella de Hong Thon, con el sonido de fondo de las ranas e insectos del lugar.

Rana en Khao Sok

Rana en Khao Sok

Tras unas horas de sueño, nos despertamos con el sonido de la lluvia, abrí el ojo y tras la mosquitera me di cuenta realmente donde estábamos: en una casa árbol, con terraza a orillas del río, con unas vistas impresionantes de las montañas y un baño que daba al exterior. Era un sitio espectacular, de los mejores donde he me he alojado nunca.

Nos dirigimos a la recepción, donde los propietarios nos comentaron que no pensaban que llegaríamos, que era muy tarde, con mucha lluvia… pero lo conseguimos y  estábamos ahí para comenzar a disfrutar de Our Jungle House, nunca un nombre de un alojamiento estuvo mejor elegido. Disfrutamos de un sabroso desayuno y nos pusimos a organizar el día. Finalmente nos decidimos por lo previsto: paseo en elefante y visita al parque natural de Khao Sok. Lo que sobre el papel era un buen plan, se convirtió en una tremenda aventura, única e inolvidable.

Panoramica_Our_Jungle_House

Panoramica_Our_Jungle_House

 

Nuestro alojamiento en Our Jungle House

Nuestro alojamiento en Our Jungle House

Antes de nuestra salida hacia el paseo en elefante, pensábamos en caminar hasta la entrada para sacar el dinero, conocer el entorno, etc. Fue la primera de las ideas “brillantes” del día, ya que a la vuelta del paseo lo que parecía un día nublado se tornó  en un intenso monzón, que hizo caer agua sin control durante 15-20 minutos, tiempo suficiente para llegar empapados a la recepción. La gente nos miraba extrañada, preguntándose dónde habíamos estado… pensarían que era otra más del grupo de 9 que llega a las 23:00 de la noche.

Paisajes en Khao Sok

Paisajes en Khao Sok

En pleno aguacero, tocaba el momento de partir hacia el paseo en elefante. Nos vino a recoger una pick-up y nos trasladó a unos 5 Km. de Khao Sok. Seguía lloviendo intensamente, pero eso no era impedimento para comenzar la actividad, los elefantes estaban esperándonos como si nada estuviese sucediendo. Y nos montamos en el inmenso animal. He de decir que era uno de mis sueños y la impresión que te genera ir subido en su lomo es algo que hay que vivir al menos una vez en la vida.

Y como somos gente con suerte a los 10 minutos de comenzar el recorrido, la lluvia paró y el Sol comenzó a brillar. Ahora si podíamos disfrutar 100% de la experiencia. Y así fue. El recorrido elegido es espectacular, pasando por lugares que te parecen inaccesibles para elefantes, pero lo consiguen, escalan, se giran… es un espectáculo ver cómo se mueven.

Elefantes por sitios imposibles

Elefantes por sitios imposibles

Para terminar de poner la guinda al paseo, algunos de los guías nos dejaron salirnos de la silla doble y ponernos en su cuello. Aquello fue impresionante, poder tocar y sentir un elefante, esa piel tan dura y suave al mismo tiempo, esos pelos duros como escarpias. Más allá del dilema moral sobre el sufrimiento del animal, lo que nosotros vimos y vivimos allí nos pareció increíble. Tras terminar el paseo, los duchan, les dan de comer y los limpian. El trato dado fue exquisito. Evidentemente, trabajan llevando gente, pero también lo hacen los caballos, camellos, burros y no se pone el grito en el cielo. El doble rasero nunca me ha gustado.

Tocaba el momento de volver hacia Khao Sok, para dar un paseo por alguna de sus rutas de senderismo, para contemplar su frondosa vegetación, sus animales y sus cascadas. Khao Sok es un parque natural perfecto, un espectáculo para los sentidos, desde el momento que entras hasta que sales por la puerta.

Khao_Sok_National_Park - Tailandia

Khao_Sok_National_Park – Tailandia

La comida la hicimos en un puesto callejero situado a escasos metros de la entrada al parque y la simpática señora que nos atendió nos sirvió una comida muy sabrosa (de las mejores del viaje) y, además, nos regaló varias piezas frutas tropicales que tenía en su terreno.

Comida en la entrada de Khao Sok

Comida en la entrada de Khao Sok

Era el momento de entrar en Khao Sok y claro, la lluvia volvió a aparecer, por lo que algunos decidieron no hacer la ruta prevista, pero fuimos varios los valientes que si la disfrutamos. Fueron 90 minutos de caminata paseando por continuos sube-bajas, entre inmensos árboles, multitud de plantas (incluyendo la Rafflesia, la más grande del mundo) y con el continuo sonido de los pájaros como banda sonora. Finalmente llegamos a la cascada marcada en el libro de ruta. Algo decepcionante, pero es que las mejores estaban bastante más lejos y la tarde comenzaba a caer.

Así que decidimos dar media vuelta y volver hacia Our Jungle House, donde disfrutamos de una cena espectacular.

Para cerrar el día, subimos al bar de madera, donde pudimos degustar los cócteles elaborados por nuestro amigo de la primera noche; allí entre charlas y risas, recordamos todo lo que habíamos visto, vivido y disfrutado en Khao Sok. Y entre una ligera lluvia me fui caminando hacia mi casa árbol con un solo pensamiento: la jungla es el paraíso y Khao Sok su destino.