Descubrir que es posible caminar por la India sin el intenso ruido de las calles de Delhi, sin las bocinas de Agra, sin la contaminación infernal de Old Delhi, de no sentirse observado a cada paso que das, de poder sentarse en una terraza a contemplar la paz de un lago con sólo el sonido de los pájaros de fondo. Eso es Udaipur, la paz necesaria tras el estrés de Delhi y el Rajastán.
Otro ritmo, otro estilo. Otras personas, otra atención. Diferentes paisajes, misma belleza. La cultura india sigue presente, pero todo va a otro ritmo. Es la tranquilidad que ofrece el agua, fuente de vida y eje de la ciudad, como centro de todo.
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Udaipur, ciudad blanca de los lagos
La preciosa ciudad está conformada por 4 elementos principales: el lago Pichola, el City Palace, el lago Fateh Sagar y el Monsoon Palace. Visitar todos ellos es parte fundamental del conocimiento de la ciudad.
En nuestro caso, debida a la espesa niebla que nos encontramos en los 2 días que estuvimos, no pudimos visitar el imponente Monsoon Palace, que preside la ciudad desde lo alto de la montaña. Sin embargo, sí que pudimos visitar los otros 3 lugares básicos.
El lago Pichola, es el eje principal de la ciudad y tiene 2 islas artificiales que destacan en un primer vistazo, ya que son dos palacios convertidos en hoteles de lujo:
- La isla de Jag Niwas, que alberga el ‘Lake Palace’ una maravilla de mármol, que fue construida entre 1743 y 1746. Originalmente fue diseñado como palacio real de verano, pero ahora se ha convertido en un lujoso hotel de 5 estrellas, que sólo se puede visitar en caso de alojarse en su interior.
- La isla de Jag Mandir, que alberga el palacio/hotel del mismo nombre. La curiosidad de este palacio es que fue construido por 3 marajás diferentes: Amar Singh, le siguió Karan Singh (1620–1628) y lo completó Jagat Singh I (1628–1652), el cual le dio el nombre actual de Jagat Mandir.
La unión del palacio de la ciudad (City Palace) y el lago Pichola conforman el corazón de la ciudad. Esto se aprecia fácilmente, puesto que a orillas del lago sus habitantes se lavan y limpian su ropa. Eso sí, siempre teniendo clara la separación entre hombres y mujeres, realizando sus labores diarias en zonas y orillas diferentes.
Lo mejor para conocer el corazón de Udaipur es realizar un paseo en barca por el lago y caminar por las dependencias del enorme palacio (no llegamos a entrar por falta de tiempo).
El ticket para la barca se compra en el acceso más cercano al lago y su precio es de 340 rupias (más 30 del acceso al Palacio). El paseo, de una hora, es bonito y relajado, haciendo un tour por las dos orillas del lago y una breve parada en el magnífico hotel Jag Mandir para contemplar sus dependencias. Desde ahí se toma de nuevo el barquito que nos lleva al embarcadero del palacio. Quizás se eche en falta alguna explicación por parte del conductor/altavoces o bien un pequeño tríptico con la información básica.
Tras el paseo, se puede pasear por las dependencias del palacio, incluso tomar un refrigerio en el bar situado en su interior. Bien de precio, excelente servicio. Pequeños lujos que nos hicieron llevar mejor los 40º que hacía en la calle.
Udaipur se abre al mundo
Hay que remontarse años atrás, pero Udaipur adquirió fama mundial en 1983, cuando el agente 007, encarnado por Roger Moore, se trasladó hasta la bella ciudad india para rodar la película Octopussy. Desde entonces, todas las noches en varios lugares de la ciudad siguen proyectando la película. Incluso se ha establecido una cultura para conocer todos los sitios de rodaje, que básicamente son cinco: el palacio de la ciudad, el palacio Shiv Niwas, el hotel ‘Lake Palace’, la isla de Jag Mandir y el Monsoon Palace.
La auténtica esencia de Udaipur
En Udaipur se respira otro ambiente, otro estilo y la visita al templo hinduista de Jagdish Mandir, te lleva a otra dimensión. Es fascinante cómo puede un lugar tan pequeño puede trasladarte a otro tiempo, a otra época, más bien detiene el tiempo. Contemplar la felicidad de sus gentes, escuchar su música, sentir la cultura, ver la historia. En momentos de estrés, una visita a un templo hinduista te lleva al relax.
Ya por la tarde decidimos pasear hacia el lago Fateh Sagar, mucho más local y menos turístico. De hecho, no vimos ningún turista en todo nuestro recorrido a pie. Son unos 40 minutos desde el centro de la ciudad, pero merecen la pena (en tuk-tuk apenas serán 5-10 minutos). La ventaja de caminar es que puedes pararte donde quieras, escuchar a las personas, sentir el verdadero ritmo de sus gentes.
En nuestro camino descubrimos que este lago es donde van los habitantes de Udaipur a contemplar el atardecer, los niños de excursión o las parejas a mirarse y decirse cosas bonitas. Inmediatamente, nos vino al recuerdo otro lugar especial en otra ciudad mágica: Uskudar en Estambul, donde contemplé uno de los mejores atardeceres de mi vida.
Caminamos sin rumbo hasta llegar a un pequeño embarcadero donde observamos que había muchas personas tomando una pequeña embarcación que llevaba al centro del lago. Así que, aplicando la máxima de donde fueres haz lo que vieres, preguntamos en taquilla y nos indicaron que era para visitar el jardín Nehru. Compramos nuestros tickets y, volviendo a ser el centro de atención en la barca, en 5 minutos estábamos en los jardines que presiden el lago Fateh Sagar. Llegamos justo para el atardecer y la vista se nos escapaba hacia el Monsoon Palace por un lado y hacia el lago por el otro. Incluso nos dio tiempo a realizar algún salto. El sol se ocultaba y nos indicaba que era momento de regresar al centro de Udaipur.
Nuestra visita a Udaipur la terminaríamos con un capricho, un pequeño lujo. Cenamos en el restaurante Ambrai, situado a orillas del lago Pichola y uno de los lugares de referencia de la ciudad. La ubicación es espectacular y contemplar el palacio iluminado una maravilla. Es de los momentos que guardas en tu retina para siempre, sin embargo, el agotamiento tras un largo día comenzó a pasar factura en mis acompañantes y no llegamos a disfrutar tanto como nos hubiera gustado el lugar ni el momento.
Las últimas horas en Udaipur las dedicamos a comprar algunas artesanías, (que maravilla de láminas nos llevamos), pero, sobre todo, a dejarnos perder por sus callejuelas, por su mercado, por su intensidad escondida, por poder pasear sin que nadie te llame, por mirar, oler, sentir, contemplar con tranquilidad, con calma, por disfrutar de la esencia de una ciudad que es especial.
Y todo esto no hubiese sido posible sin el trato recibido en nuestro alojamiento: Mewari Villa, donde una familia entera dedicó todo su esfuerzo y cariño en tratarnos lo mejor posible. Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia y, sentirte como en casa en momentos de bajón físico, fue básico para poder disfrutar de Udaipur.
Sin ningún lugar a dudas, una de las grandes sorpresas de La India.
El trato recibido en el hotel fue mas que excelente, teniendo a una familia entera dedicada en cuerpo y alma a nosotros ya que estábamos solos en el hotel. Las vistas de la terraza eran espectaculares, pudiendo ver el lago Pichola y el Monsoon Palace mientras tomábamos un lemon-soda y unas ricas piezas de fruta.
Relax después de unos días mucho mas movidos en una ciudad que no te puede dejar indiferente y que sin lugar a dudas enamora.
Por otro lado, gracias Alejo, por hacerme revivir, con este gran artículo, esos días que quedarán en nuestro recuerdo para siempre.