El comercio y la comunicación. Estas son las 2 claves que se aprecian en las calles de Estambul. Todos te quieren vender algo, puedes comprar lo que quieras, cada 5 metros te ofrecen comer/beber algo… en momentos, puede parecer agobiante (zona de restaurante de pescado de Puente Galata), pero es su forma de ser, una vez más: respect, pero aquí reclamo el nuestro y el suyo. En el comercio, reseñar que no suele haber competencia desleal de precios, casi todo vale lo mismo: en la calle A que en la B, es decir una mazorca de maíz vale 1TL (0.40€) al lado de Santa Sofía o en el puerto. Y en la comunicación, el poco inglés que saben, lo llevan al extremo e incluso algunos se atreven con el español. Están preparados para el turismo y si alguna vez tenéis dudas recurrid al futbol, les encanta y conocen todo del futbol español.
Estar en la ciudad más grande de Europa, 15 millones de habitantes, tiene sus ventajas, todo está abierto a cualquier hora. Como dato, el primer día cenamos a las 0:30 hora turca en una terraza maravillosa, además nos prepararon 4 platos (sopa incluida) con un trato excepcional.
Sitios de compras que ves abierto cuando te acuestas a las 0:00 y a las 7:00 cuando te levantas, siguen abiertos… Y ver la calle Istiklal (al lado de la plaza de Taksim) completamente llena un sábado a las 16:00 pues sorprende. Hablamos de una calle de unos 2 Km. de recorrido, que nosotros recorrimos en el tranvía de la nostalgia, toda una experiencia.
Referirse a los palacios, mezquitas, monumentos, plazas, lugares de Estambul es hacerlo a verdaderas joyas del arte que no dejan de sorprenderte, porque cuando ves el palacio de Topkapi, luego te queda Dolmabahce, para sorprenderte aún más y cuando ves la mezquita Azul, aparece la mezquita de Sulimaniye, para dejarte con la boca abierta. A esto unimos una maravilla del mundo, como es el actual museo de Santa Sofía, una construcción que: de cerca te deja indiferente, desde lejos empiezas a pensar que es bonita y desde su interior, te deja sorprendido y maravillado por cómo es (y como fue).
Intentar quedarse con un único momento del viaje es complicado, por lo que he decidido quedarme con tres:
– La satisfacción que tuvo Fernando, mi padre, cuando vio y disfrutó su bocadillo de caballa, ese del que tanto habíamos hablado. Esos barcos balanceándose haciendo la caballa a la plancha, esos banquitos tan pequeños y el ambiente, le hizo volver a disfrutar como un niño. Nos encantó verlo así, ese era el objetivo del viaje: ¡Disfrutar!
– La foto que nos hicimos los 3 en el interior de Santa Sofía con la camiseta de 21W. Fue una gran alegría por el trabajo conseguido y por llevar a mi padre a su primera maravilla.
– La puesta de sol que vimos desde Harem, simplemente, maravillosa. Para mí, la excursión obligatoria de todo viaje a Estambul, sea 1, 2 ó 7 días.
En definitiva, desde hoy considero a Estambul como un destino clave (*) para conocer, disfrutar y sobre todo, descubrir algo diferente. Estoy seguro que volveremos a Turquía… la Capadoccia nos espera.
(*) A todo lo dicho, hay que sumar que económicamente para la zona Euro es un destino ideal, puesto que el cambio es excepcional: 1TL=2.50€, por lo que todo es muy barato.