No tenía pensado escribir una crónica sobre nuestro viaje de fin de semana a Valencia para ver la F1, pero las circunstancias no han ayudado… todo ha salido tan bien, que me he visto en la ‘obligación’ de contarlo, aunque sea de forma ‘express’, para compartir algunas de las sensaciones que sentimos.
Decir que no cambiaría ni un solo segundo del fin de semana, puede ser otra bonita forma de decir que cuando las personas que forman un increíble grupo, están todo@s en sintonía y con ganas de disfrutar, no hay nada ni nadie que permita que las cosas salgan mal; al contrario, se empiezan a alinear los astros, para que las cosas salgan bien, mejor dicho, a la perfección.
Sin entrar en demasiados detalles, contar que el viernes (tras un duro día de trabajo) terminamos a las 1:30 am y el sábado (tras un inteso día en Valencia) terminamos a las 3:00 am tomando una copa a la luz de las estrellas, tumbados en una hamaca, con los pies en la arena y el mar a escasos 20 metros, da una buena aproximación de lo mucho que habíamos disfrutado el fin de semana… pero aún quedaba lo mejor, el fin de fiesta, el motivo real de nuestro viaje: la carrera de F1.
Y amanecía un domingo soleado en Cullera, tras escasas 5 horas de sueño, pero con unas ganas enormes de disfrutar de una buena carrera de formula 1. Aunque algunos eran más optimistas que otros, ninguno jamás soñó con ver algo así y es que podemos afirmar que fuimos testigos directos de una de las mejores carreras de F1 y la mejor victoria de la carrera de Fernando Alonso (y decir eso, es mucho).
La llegada a Valencia desde Cullera, fue un presagio de que el día iba a salir bien, muy bien. Tuvimos la enorme suerte de encontrar al taxista de Cullera más parecido a Alonso… que nos dejó en la estación escasos 30 segundos de salir el cercanías, todo empezaba bien, muy bien. La llegada al circuito 45 minutos antes del inicio, era otro punto destacado: habíamos cumplido a la perfección el horario previsto. Ya sólo quedaba disfrutar de la carrera y bien equipados (con nevera, bocatas y patatas) enfilamos nuestro preciado asiento en la última fila, donde pudimos estar de pie todas las veces que gustamos, otro lujo.
Extenderme en la crónica de la carrera sería intentar ser periodista deportivo, para eso mejor leer a los profesionales, lo que sí puedo decir que tuvimos la suerte (otra vez más) de tener uno de los mejores sitios de todo el circuito, porque casi todo lo emocionante pasó delante de nuestros ojos, por lo que la emoción por la carrera aumentaba en un 500%. Fuimos testigos de un accidente, de la recogida de una pieza, de 3 adelantamientos, de frenadas, de derrapes y de la grada más teñida de rojo-Ferrari de todo el circuito, por lo que podremos decir muy orgullosos: “Nosotros estuvimos allí”.
Volver a tener los pelos de punta, esa bonita sensación, que te hace sentir que estás viviendo algo especial, algo que te supera y que tu cuerpo quiere expresarte así. Fueron 2 horas de pasión, de emociones, de ilusiones, pero lo mejor es que tuvo un final feliz: victoria de Alonso, esa que creíamos impensable horas antes. El bonito abrazo de los chicos y la felicidad de las chicas, fueron un precioso broche a una mañana mágica.
Luego sólo quedó el tiempo de las despedidas, regados con una horchata bien fría, donde las estaciones de tren de Valencia y Madrid fueron inocentes testigos de cómo 6 amigos se despedían, pero con una felicidad que todavía se podía ver en sus caras, ni el cansancio pudo con la ilusión.
Y todo no se quedará aquí, porque se volverán a juntar en nuevas aventuras y muy lejos de aquí: Rusía les espera, con el añadido de un extra genial.