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Europa

Vistas desde la Torre de la Pólvora
Europa, Guías

Guía de 3 días para descubrir la (des)conocida Praga

Praga, la capital de la República Checa, una de las ciudades más bonitas de Europa, la ciudad de las cien torres y del puente de Carlos. Conocida por su encanto, sus famosas cervezas, sus bellas mujeres, por ser la ciudad de Franz Kafka y uno de los núcleos centrales del comunismo soviético. Una de las grandes ciudades europeas para visitar con calma y tranquilidad, caminando y observando, para intentar descubrir todos esos detalles que la hicieron cambiar radicalmente a finales de 1989, cuando triunfó la Revolución del Terciopelo y el comunismo dejó paso al Estado de Derecho, pasando de Checoslovaquia a República Checa.

Sin embargo, la ciudad esconde mucho más y aunque, sin duda, el peso de la historia sigue presente, lo veo como un lugar muy preparado para el turista, lo que a mi entender le quita parte del encanto de otras bellas ciudades de Centroeuropa, todavía ancladas en un pasado no tan orientado a su explotación turística.

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Cómo llegar, Europa

De Innsbruck a Neuschwanstein, una bella ruta para llegar al Castillo

130 km. Esa es la distancia que separa Innsbruck de su maravilla más cercana: el Castillo de Neuschwanstein. Una distancia perfecta para recorrer en coche en un día y si además la ruta es entre altas montañas nevadas, con paisajes de cuento a ambos lados, buena música y excelente compañía, el camino se hace aún más corto. Precisamente, ese fue nuestro plan para el 31 de Diciembre de 2012. No se me ocurre ninguno mejor y más aún con un precioso día soleado acompañándonos.

Tras salir de Innsbruck por la autopista, apenas 30 km. después aparece el desvío que nos llevará hasta Füssen, localidad más cercana a la maravilla. Una sinuosa carretera de dos carriles y doble sentido, que te hace sentir constantemente en un cuento, en un precioso cuento nevado con enormes árboles y bellas montañas flanqueando tus avances. 

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Europa, Guías

Itinerario detallado de 7 días en Budapest (II)

Tras los primeros 3 días por Budapest, llegó el momento de comenzar las excursiones a otros lugares. La ciudad elegida fue Viena, pero también conocimos Szentdre y seguimos disfrutando de Budapest.

Toda la información práctica para tu visita a Budapest la puedes encontrar aquí, en nuestra guía.

Día 4: Escapada a Viena, una ciudad monumental, clásica e imprescindible

En este día cometimos uno de los pocos errores del viaje, no reservar con antelación el billete de Autobús a Viena (y eso que lo tuvimos medio reservado varias veces), pero finalmente decidimos ir a la aventura. El resultado fue bueno, consiguiendo billete para todos I/V, pero por suerte y casualidad. No cometáis este error y tanto si queréis ir a Bratislava o Viena, reservar por la web de orangeways.

[Información útil: El autobús se coge justo a la salida del Metro: Népliget‎ (dirección Kőbánya-Kispest), está indicado a la salida del metro con letreros de Orangeways, no tiene pérdida.]

Mirando hacia Viena

Mirando hacia Viena

El día en Viena lo aprovechas de 11 a 19, por el horario del bus más habitual, lo cual te da para ver la ciudad, deprisa y corriendo. Consejo principal: buscar la oficina de turismo, solicitar un mapa y hacer el ‘recorrido clásico’, disfrutando de sus impresionantes edificios. Me llamo mucho la atención ese carácter tan monumental que la rodea, no la imaginaba así (no sé cómo), pero me sorprendió gratamente, todo lo que vimos merecía la pena.

Teatro de Viena

Teatro de Viena

Fue una visita rápida, pero intensa, en la que no podía faltar la degustación de su postre estrella, la tarta SacherEso sí, hay que pagarla (4/5€), pero merece la pena, es un capricho dulce en el centro de esta bella ciudad y acompañado de un buen café o chocolate, se convierte en una merienda estupenda.

Día 5: El Budapest más auténtico y desconocido.

Tras un intenso día en Viena, hoy comenzaríamos el día con la visita a Memento Park, un recinto a las afueras de la ciudad que almacena los vestigios comunistas de Budapest.

[Información útil: precio 1.500 HUF. Transporte: desde ‘Ujbuda Kozpont’ (tranvía línea 4), se toma el bus 150 hacia Campona, aunque está indicada la parada de Memento Park, no tiene pérdida. Son unos 25 minutos de trayecto y el precio del viaje, 300 HUF]

En Memento Park podremos disfrutar de enormes estatuas soviéticas, símbolos comunistas, panfletos en piedra, incluso algún recuerdo a los que lucharon en la Guerra Civil española.

Monumentos de Memento Park

Monumentos de Memento Park

Un lugar curioso, lleno de historia, sobre todo recomendable si tenéis tiempo adicional en la ciudad o sois muy amantes de la historia. Si además vais en un día lluvioso o nublado, como fue nuestro caso, el lugar te trae constantes recuerdos a tiempos de hace 50-60 años.

Era hora de comer y volvimos hacia la zona del Mercado Central, pero esta vez decidimos investigar por sus calles adyacentes donde la oferta de menús del día era muy amplia. Finalmente nos decidimos por uno que tenía bastante ambiente y comimos muy bien.

El día comenzaba a nublarse y la lluvia apareció en escena, pero eso impidió que afrontáramos uno de los momentos más duros de todo el viaje: la subida a la colina de Gellert. Para ello, cruzamos el Danubio por el puente de Elizabeth, dejando el Balneario Gellert a nuestra izquierda y afrontamos la subida, que pensábamos intensa, pero no tan dura, sobre todo por las condiciones climatológicas… de repente, la lluvia y el viento comenzaron a aparecer con fuerza, por lo que las empinadas cuestas se convirtieron en un pequeño tormento. Tras 20 minutos conseguimos llegar a la cima y estar debajo de la estatúa de Gellert que preside toda la ciudad y que desde el primer día te preguntas cómo llegar hasta allí. Bien, caminar es una opción (dura e intensa), la otra es tomar un autobús, lo dejó a vuestra elección.

Vistas de Budapest desde Gellert

Vistas de Budapest desde Gellert

Hay que reconocer que la subida merece la pena, por las vistas, por el lugar y por lo que alberga: un búnker. Sin embargo, tuvimos mala suerte y estaba cerrado, pero pudimos caminar por sus alrededores y bajamos la colina por el otro extremo, mucho más amable al caminante y con bancos y zonas de recreo. Sin prisa, pero sin pausa, llegamos al centro de Vaci Ucta, donde realizamos algunas compras, ya que afrontábamos nuestros últimos días en Budapest.

Para cerrar la tarde, tomamos un ligero tentempié en el Bocadillo Café, que lo destaco por lo acogedor que nos resultó y su variada oferta, destacando los crepes (dulces/salados) que te hacen en el momento. Si estáis por la zona de Astoria, puede ser un buen sitio de referencia para tomar algo.

Día 6: Historia triste y reciente de Budapest

Nuestro penúltimo día en la ciudad fue uno de los más completos, con muchos kilómetros recorridos, casi todos caminando.

Comenzamos el día visitando uno de los museos que más me ha impactado en todos estos años viajando: El Museo del holocausto judío, un “recuerdo” triste y muy intenso, recordando todo lo que sufrió la población judía durante el genocidio nazi. El museo se centra en Budapest, pero tiene constantes referencias al holocausto a nivel europeo. Tras visitar el campo de concentración de Dachau (Munich) hace años y ver esto, sólo se puede sentir, además de rechazo y vergüenza, una tremenda tristeza por todo lo que allí se ve, se escucha, se lee y se siente.

Museo del Holocausto Judío en Budapest

Museo del Holocausto Judío en Budapest

Es historia reciente de Europa, quizás demasiado reciente, pero no por ello tenemos que omitirla, al contrario tenemos que ser muy conscientes de ella para poder evitarla en un futuro.

Para aliviar los sentimientos, decidimos caminar por completo la Avenida Andrassy, viendo la zona de tiendas de alto standing, el bonito edificio de la Ópera, para retrocederlo, volver a pasar por Oktogon y llegar hasta la Plaza de los Héroes. Un largo paseo, pero que te hace ver cómo funciona el corazón de la ciudad. Ya en la plaza de los Héroes, cambiamos el relax del balneario por la historia del castillo de Vineyad, justo enfrente de la entrada principal de Széchenyi. El castillo no tiene demasiado que ver y es una visita muy prescindible. Algo decepcionados por el castillo, decidimos alegrarnos con la comida y para ello volvimos a un valor seguro: el Mercado Central. Volvimos a comer de maravilla, cambiando esta vez los platos y atreviéndonos con otros especialidades, aunque el Goulash y la cerveza no faltaron, por supuesto.

Palacio Real de Budapest

Palacio Real de Budapest

A pesar de llevar 6 días en la ciudad, teníamos algo pendiente: el Castillo de Buda, así que volvimos a subir a la parte alta de Budapest, aunque esta vez lo hicimos caminando, un paseo agradable, muy lejos de la infernal subida a Gellert. El Castillo de Buda bien merece una visita, por las vistas (contemplas toda la ciudad y al atardecer es maravilloso) y por los diferentes complejos, incluido el Palacio Real, que lo componen, aunque nosotros por subir casi en el cierre no pudimos ver los interiores y nos limitamos a pasear por el amplio recinto.Ya con la noche llegando a la ciudad, bajamos tranquilamente desde Buda hasta Pest para afrontar lo que sería nuestra penúltima noche en la ciudad.

Día 7: Visita a Szentdre y últimas pinceladas de Budapest

El último día en Budapest decidimos conocer algún pueblo a las afueras de Budapest, tras mucho debate entre Esztergom y Szentdre, finalmente el segundo, Szentdre,  fue el elegido. Lo curioso es que la principal razón para visitarlo: su fácil acceso en transporte público, fue nuestra gran anécdota del viaje.

A pesar de que todas las recomendaciones decían de ir en tren (cercanías HÉV desde la estación de Batthyany ter, línea roja de metro). Decidí innovar e ir en autobús, así que nos fuimos hasta Árpad hid (línea azul de metro) y buscamos el autobús 34, que según mis lecturas previas iba hasta Szentdre. Llegamos allí y el 34 estaba parado con sus puertas abiertas, sin conductor, pero la gente iba llenándolo poco a poco. Revisamos la lista de paradas y sí había no una, sino varias llamadas paradas Szentdre, parecía el autobús, incluso intentamos confirmarlo con el conductor, que un perfecto húngaro (porque de inglés nada) nos dijo que sí, que iba a Szentdre. El hombre no mintió, iba allí, pero a la calle del mismo nombre a las afueras de la ciudad… de esto fuimos conscientes tras 25 minutos recorriendo barrios pobres y zonas residenciales de dudosa seguridad. Tras varias dudas, decidimos bajarnos y recomponer el plan…

La gran suerte fue que la vía del tren nunca la perdimos de vista y que la dirección (norte, hacia Szentdre, era la correcta). Caminamos unos minutos hasta llegar a una estación de tren, donde una señora muy amable nos vendió el ticket hacia Szentdre. Llegamos al pueblo en unos 20 minutos y aprendimos la lección, tomar el tren y no el autobús.

Plaza central de Szentdre

Plaza central de Szentdre

Szentdre, es un pueblo coqueto, empedrado, pero pierde todo el encanto al estar diseñado y pensado para el turista, aquí no se consigue ningún tipo de integración, porque eres turista en todos los casos y así eres tratado. A pesar de eso, comimos bastante bien en el Café Christine dándolos un pequeño lujo, aunque la mayoría de los precios de los restaurantes están disparados, sobre todo si los comparas con Budapest. Hay que dar mirar bien para intentar equivocarse lo menos posible… Recomendaría la visita, sólo si Budapest lo tenéis bien recorrido, pero quitarte tiempo a la capital y perla del Danubio por venir hasta aquí no lo haría.

La vuelta a la ciudad sí que lo hicimos en tren, sin ninguna novedad, eso sí comprad los billetes, porque vinieron hasta en 2 ocasiones a chequearlos. Al ser nuestra última tarde en Budapest, aprovechamos para comprar los últimos detalles, unas cuantas cervezas y prepararnos una gran cena.

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Cueva de la Luna
España, Gastronomía

La Cueva de la Luna: una mezcla perfecta de misticismo y excelente gastronomía

Una perfecta unión de gastronomía, misterio, historia y cultura puede ser un buen resumen para la experiencia vivida en la Cueva de la Luna situada en Titulcia (Madrid). Un excelente plan de un día, a escasos 45 minutos de la capital de España.

Había leído bastante acerca de la Cueva de la Luna, unas cosas buenas, otras no tanto. Muchos mitos y leyendas (demasiadas), pero bastantes realidades, así que lo mejor era verla por nosotros mismos y nos decidimos a visitarla.

El resultado no pudo ser mejor. Principalmente, porque en el restaurante de la Cueva de la Luna se come bien, muy bien y sólo por eso hace que la visita a la cueva merezca la pena… aunque algo tiene ese lugar y el hecho de entrar con una vela entre aquellos oscuros pasadizos escavados en la tierra le hace tener “un algo” especial. Son como unas catacumbas pobres y pequeñas.

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