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Europa

Tren Elipsos
Escapadas, España, Europa

Reflexiones tras un largo y plácido Madrid-París-Madrid en tren con TGV-europe.com

Buscar una nueva experiencia. Para mí, una de las principales premisas de todo viajero. Por eso, cuando resulté afortunado durante el TBMGredos del premio del billete de tren I/V a París, mi primer pensamiento fue: “otra experiencia a la mochila”. Otras dos sensaciones llegaron rápidas a mi mente: diferente y especial. Sólo me quedaba decidir con quién iría… pero eso fue el menor de los problemas, era lo más fácil.

El premio lo he disfrutado gracias a la web TGV-Europe.com (*), que se pusieron en contacto conmigo ese mismo lunes y me pusieron todo tipo de facilidades para organizar mi viaje. Ése que parecía muy largo por el número de horas a pasar en el tren Elipsos, pero que se convierte en una aventura rápida y amena. No tiene cabida el aburrimiento, no te da tiempo…

Gracias a la cantidad de opciones disponibles en la web, pudimos elegir lo que más se amoldaba a nosotros y finalmente tuvimos la oportunidad de elegir cabina de 2 preferente (con desayuno incluido) para la ida y cabina gran clase para 2 (incluye wc-ducha en cabina, cena a la carta, desayuno y llave de la cabina) para la vuelta. Las opciones del Elipsos son muchas y variadas: compartimento de 4, compartimento de 2 (preferente), gran clase e incluso butaca superreclinable.

Tren Elipsos

Tren Elipsos

Reflexiones en el tren

Mi primera reflexión tras este viaje es sobre el uso del tren. Deberíamos usarlo más (ampliando su rango de uso) y no sólo considerarlo para trayectos cercanos o  nacionales. Viajar por Europa está al alcance del tren y es una excelente solución para aquellos viajeros que no les gusta el avión (por miedo, inseguridad, horarios, etc.); el coche (me incluyo aquí), les parece un medio lento, más propio de un ‘slow travel’, que te permite parar donde/cuando quieras y el autobús, les parece demasiado incómodo y dependiente.

Quizás el tren sea algo descartado por la mayoría de viajeros entre 20-35 años y más valorada desde los 40 (esto se apreciaba en los pasajeros del Elipsos), pero puede ser el desconocimiento lo que nos impida valorarlo en su justa medida. Y el problema que solía ser, principalmente, el precio, está empezando a solucionarse, con grandes descuentos para viajes planificados y en grupo. La gran deuda pendiente es dar una solución a los viajeros individuales (sin duda, los grandes penalizados), pero todo llegará…

Además, cuántas veces hemos viajados horas y horas en tren cuando estamos en otros países (para ahorrarnos una noche de hotel) y desde aquí nos parece imposible, se podrían poner miles de ejemplos. Personalmente, nunca olvidaré un Nápoles-Florencia en compartimento de 6…

En cuanto a los destinos, el abanico es muy amplio… por ejemplo, TGV-europe.com no sólo ofrece la posibilidad de viajar a Francia, incluyendo etapas regionales tan ineludibles como París, Rennes, Bruselas, Estrasburgo, Lion, Aviñón, Marsella o Niza, y también rutas como Irún, Hendaya, Biarritz, Perpiñán o visitar los Castillos de Loira o el parque temático Disney, además de los clásicos destinos como París, Londres, Bruselas, Ámsterdam y Milán.

La segunda reflexión viene por todo lo bueno que supone viajar en tren. En este punto hablaré de nuestra experiencia personal en el ‘Elipsos’ que nos llevó de Barcelona (hicimos MAD-BCN en AVE) a París el 18 de Mayo y nos llevó de vuelta desde París a Madrid el 20 de Mayo.

Trayecto Madrid-BCN-Paris

Trayecto Madrid-BCN-Paris

Grandes ventajas

Libertad. Para mí, el punto estrella. Poder sentirte libre, levantarte de tu asiento en cualquier momento, hacer lo que quieras, que no te vendan nada, poder hablar por el móvil, usar tu portátil/ipad en cualquier momento (incluso enchufado a la red eléctrica), beber/comer lo que quieras (cuándo y dónde quieras), poder caminar, conocer gente, ir al baño en cualquier momento o simplemente disfrutar del paisaje, etc. Esas sensaciones que pierdes en el avión y que un coche/autobús te limita enormemente.

Puntualidad y tiempo de espera. Otro de los puntos claves. Se puede embarcar desde 45 minutos hasta 3 minutos antes de la salida. Te da libertad, te evita colas y sabes (con un alto %) que saldrás y llegarás a tu hora.

Control de acceso. La seguridad no se ve comprometida por no pasar un escáner corporal (lo pasan las maletas), se puede ser eficaz de otras formas y sentirte seguro, lo que supone una comodidad para todos los viajeros.

Ubicación de las estaciones. En nuestro caso Atocha y Chamartín en Madrid y Austerlitz en París. Todas estas estaciones están ubicadas en el corazón de la ciudad, pudiendo ir caminando o en transporte público al centro en menos de 15 minutos.

En concreto, en París estábamos a escasos 20 minutos caminando de Notre-Dame… todo un lujo. Y el domingo una hora antes de salir estábamos en la Torre Eiffel… impensable saliendo de un aeropuerto.

Experiencia personal

Tras un plácido viaje en AVE de Madrid (Atocha) a Barcelona (Sants), debíamos cambiar a la estación de França, de donde salía nuestro tren Elipsos que nos llevaría a París Austerlitz. Lo que parecía algo “pelín complicado”, se convirtió en algo muy sencillo: tras bajar del tren, se busca la señal de ‘Rodalies’ y en las pantallas la línea “R2SUD”, pasáis el torno (o si vais en AVE como nosotros, enseñáis el billete, ya que está incluido los cercanías) y accedéis a la vía 13 ó 14, donde tras 15 minutos llegaréis a la Estación de França (Francia).

Llegamos una hora antes de la salida del Elipsos y tras 10 minutos paseando por la antigua estación, a las 20:00 pudimos embarcar en nuestro tren que 12 horas después nos llevaría a París.

Pasamos el control de acceso sin problemas y buscamos nuestra cabina. Al llegar, la primera sorpresa, teníamos baño y ducha en nuestra cabina, aunque nuestro billete no lo indicaba… tras unos minutos de incertidumbre, nos indicaron que como promoción especial nos habían asignado una cabina de gran clase (la misma que tendríamos a la vuelta).

Respecto a la cabina de Gran Clase no podemos decir que son amplias, porque faltaríamos a la verdad, pero sí que son lo suficientemente cómodas para hacer muy agradable tu viaje. Y el baño muy completo, con una ducha grande (y agua caliente a buena presión), un wc muy decente, más un completo neceser que te regalan (donde no falta ni un detalle), todo ello complementando con toallas, agua, chocolatina, etc.

Interior del Elipsos

Interior del Elipsos

Como no teníamos la cena incluida, decidimos ver una película en el portátil y cenar lo que habíamos traído (clásicos: bocata y patatas). Era como estar en casa, pero circulando por España y Francia. En pijama, con tus zapatillas y muy cómodo.

A las 22:30 el interventor nos propuso convertir nuestra cabina en habitación de hotel, es decir, convertir los dos asientos en 2 estupendas (y muy cómodas) camas en estilo litera, pero independientes. A las 0:00 decidimos echar el cierre al día y comenzar a dormir… os digo que cómodas eran, porque me desperté a las 7:00 para ducharme y desayunar.

Llegaba el momento desayuno (incluido en nuestro billete). Nos desplazamos hacia el restaurante y allí nos sentaron junto a otra pareja, ya que por motivos de espacio en el vagón sólo hay 5 mesas de 2 y 5 mesas de 4, capacidad total: 30 personas. Tras unos minutos de espera, comenzaron a llegar las viandas y el desayuno fue de lo más completo. Estuvo compuesto de: croissant, tostada, uvas, yogur griego, tortilla francesa, jamón serrano, zumo naranja y café/té. En resumen: muy completo y sabroso.

Tras 2 días en París… tocaba volver y en el Elipsos de vuelta sí que teníamos incluida la cena y fue donde vimos que el único pero que le podemos poner al tren es el servicio que atendía las mesas… quizás tuvieron un mal día, pero no debería Renfe descuidar este aspecto, porque desluce otros detalles muy buenos. Elegimos el primer turno de cena, las 20:00, y las 30 personas del comedor estuvimos sin ser atendidos unos 10 minutos, luego se nos tomó nota y la bebida llegó tras otros 10 minutos: 30 minutos para beber algo! Luego la cena fue muy completa, donde tomamos arroz negro y ensalada de primeros y lomo con puré y lubina de segundo, más postre y licor. Todo ello incluido en el precio de la cabina Gran Clase.

Comida del Elipsos

Comida del Elipsos

Conclusiones

Un viaje diferente, recomendable, sobre todo a personas que quieran evitar coche, bus y avión, pudiendo disfrutar de una forma económica (sí, económica) de una noche de hotel en un tren, añadiéndole todas los extras que os podáis permitir… pero daros prisa, puede que no quede mucho.

(*) www.TGV-europe.com pertenece a la empresa Voyages-sncf.com, filial de la Société Nationale des Chemins de Fer Français (SNCF), homóloga francesa de la RENFE. Creada en 2000, Voyages-sncf.com es hoy en día el líder del comercio electrónico en Francia con más de 2400 millones de euros de volumen de negocio en 2009 y más de 10 millones de visitantes únicos al mes.

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Escapadas, Europa

El maravilloso hechizo de Edimburgo

Volver de un viaje y sentirte plenamente satisfecho, esa bella sensación, no sólo para un viajero, sino para alguien que siente tanta pasión en la preparación del mismo. Si a esto unimos que lo realizas con tu padre, se convierte en una de las mejores experiencias que hemos vivido juntos, no recientemente, sino de siempre.
Los preparativos no fueron fáciles, ya que tenía que cuadrar nuestra llegada a Edimburgo, con nuestra vuelta desde Glasgow, incluyendo algún punto intermedio que sirviera de enlace. Finalmente me decidí por Stirling (a mitad de camino entre ambas), con su monumento a William Wallace como lugar estrella y que además llevé con sorpresa hasta unas horas antes a llegar, porque sabía la ilusión que en mi padre despertaría… Las elecciones finales de: 2 días en Edimburgo, 1 día en Stirling y 1 día en Glasgow, fueron todo un acierto.

Edimburgo en blanco y negro
Edimburgo en B/N desde Calton Hill

Llegada a Edimburgo

Todo comenzó un viernes cuando nuestros ‘amigos’ de Ryanair nos tenían preparados un retraso de 30 minutos para darle más emoción al viaje y hacer que el vuelo lleno de loterías, cigarrillos sin humo, productos a bordo, sorteos… fuera aún más divertido. En las 2 primeras horas de vuelo, nos dedicamos a tratar nuestras temas laborales, cosa que dejamos aparcada el resto de viaje, lo que sería una gran noticia… en la siguiente hora, ya empecé con la maquinación de qué haríamos tras llegar: la opción de perder el último Airlink (100) estaba más cerca y además no contaba con el valioso tiempo perdido en la aduana.
Aquí vino la 1ª sorpresa del viaje, el 100 estaba esperándonos, así que tras abonar las 7 libras (3,5 x 2) subimos a la 2ª planta del bus. Tras unos 40 minutos de trayecto estaríamos en nuestro hogar: Palace Residential Lets (PRL), no sin antes haber escuchado hablar en perfecto castellano al conductor, tan perfecto como que era español. Empezamos a sentir que no estaríamos solos en Edimburgo. Hay mucho español en la ciudad.
A la 1:15 am nos bajamos del bus, quedaba buscar el PRL, pero sólo fue cruzar la calle, a 1 minuto de la parada estábamos llamando al buzzer 2 y encontrándonos a Rachel, tan simpática, como cercana, más aún por las horas que eran. Quedamos muy satisfechos tras ver la que sería nuestra estancia durante 3 noches. Era ya hora de descansar, miré el reloj y marcaban las 2:00 am (3:00 en España). Era tarde, pero me fui feliz a dormir, el primer reto se había conseguido: estábamos en Edimburgo.
El sábado amaneció muy pronto, tanto que a las 5:30 am los primeros rayos de sol empezaron a entrar por nuestro enorme ventanal. Aguantamos algo más en la cama, pero a las 8:30 decidimos comenzar nuestra jornada: desayuno, ducha, ropa de abrigo y a la calle.

Primeras impresiones

El primer contacto con Edimburgo fue espectacular, porque el día estaba soleado, sin rastro de nubes y con unos 5-8 grados en el mercurio. Un precioso cielo azul nos acompañó durante todo la jornada. Recorrimos caminando el agradable trayecto que nos separaba de Princess Street (unos 15 minutos) y ahí tuvimos nuestra primera visual del Castillo de Edimburgo, su principal referente. Impresiona verlo presidiendo toda la ciudad. A continuación, sin saber muy bien porqué, nos adentramos en los jardines de Princess Street, donde pudimos ver la primera curiosidad: todos los bancos (de sentarse) de la ciudad tienen nombre, bien en propiedad o en honor de alguien, pero nos asustéis podréis usarlos, al menos mientras no estén sus dueños.
Comenzamos a caminar por el sendero que lleva al castillo, con la suerte de que estaba abierto. Encontrado una alternativa a la empinada Castle Hill, que todo el mundo comentaba como única opción. Si tenéis oportunidad, disfrutad de este recorrido, es precioso, el jardín te atrapa, más aún en primavera y en día soleado.

Jardines de Princess Street
Jardines de Princess Street
Al llegar al Castillo, primeras colas en las taquillas y tras unos 20 minutos conseguimos nuestras entradas. Era las 11:00 y comenzaba nuestro recorrido por este espléndido recinto. Hablar sobre el Castillo de Edimburgo, es hablar del símbolo de los Escoceses y bien que merece la pena, no sólo por sus impresionantes vistas de la ciudad, sino por todas las estancias que lo componen. ¡Qué bien organizan los escoceses las salas! Todo está perfectamente organizad y limpio, se cuidan los pequeños detalles y eso se nota. Se pueden ver las salas de homenaje a los caídos, la sala con las joyas de la corona, las prisiones, etc.

Detalle del Castillo de Edimburgo
Detalle de las estancias del Castillo
Un recinto muy interesante, que lleva un mínimo de 2 horas, pero imprescindible en cualquier agenda. Y como no, a la 13:00 vimos el ‘cañonazo de la 1’, el evento más importante del día y que lleva sucediendo desde hace 150 años, cuando empezó a servir para sincronizar todos los relojes e informar a los navegantes de la hora.
Tras salir del castillo, bajamos por Castle Hill buscando lo que sería nuestra primera comida del viaje, el primer contacto con la gastronomía local (todo un éxito durante todo el viaje). Tras una pequeña búsqueda, decidimos: Garfunkel´s. Fue una buena elección: sopa + ensalada y patata asada con bacón + ensalada, fueron nuestras elecciones. Todo ello regado por 2 pintas de cerveza y por 21 libras, un precio más que asequible, estando en pleno centro de la ciudad.

Sorpresas en la Royal Mile
Sorpresas en la Royal Mile
Tomamos la Royal Mile, no sin antes encontrar varias sorpresas: una boda en St. Giles y una concentración ciclista, estaba claro que Edimburgo quería seguir sorprendiendo. Comezamos a buscar nuestros próximos destinos: ‘The Mound’ y la galería nacional de Escocia. 2 destinos recomendados, sobre todo para después de comer y más aún porque son gratis. Con relax, se puede disfrutar de la historia del banco de Escocia y de buenas obras de arte, todo ello con la tranquilidad de tener estupendos sillones en la galería para poder disfrutar de los cuadros y descansar.

The Mound y el cementerio
The Mound y el cementerio
Como el Sol seguía acompañando, fue un buen momento para tomar un café en los jardines. Nos decidimos por uno de los kioscos que nos encontramos en sus márgenes. Ahí comenzamos a entender que no era tomar café y té caliente, las palabras correctas son té y cafés del infierno, porque eso hierve, no quema y puedes estar 1 hora paseándote con tu vaso, sin miedo a que se enfríe.

La Atenas del Norte

Seguimos caminando, pasando por el monumento a Scott, decidiendo continuar hacia Calton Hill, para poder ver la ciudad desde el lado opuesto al Castillo y tener una panorámica completa. De paso nos encontramos el cementerio y entramos, tristemente sólo descubrimos un lugar desolado y quemado, alguna lápida interesante, pero poco más.
Llegar a Calton Hill es sentirte afortunado por estar en Edimburgo, es ese lugar especial que te muestra el monumento nacional de Escocia y el de Nelson, entre otras cosas. Desde el monumento a Nelson(3 libras) o desde la misma colina tendrás unas vistas fabulosas de la ciudad, donde no podréis dejar de hacer fotos y sabrás porque la llaman ‘Atenas del Norte’. Tras 45 minutos bien invertidos en la colina, decidimos caminar hasta nuestro próximo destino: The Dome, sin duda el bar/restaurante más selecto de Edimburgo.

Making-off del primer día
Making-off del primer día

El espléndido final de jornada

The Dome, es un antiguo banco reconvertido en restaurante y si su aspecto exterior te deja impresionado, su interior te deja fascinado: una enorme cúpula con tonos anaranjados, unos floreros enormes y un ambiente selecto, hace sentirte en otra época. Un gin tonic y una cidder (sidra) fueron nuestras elecciones, lo degustamos con tranquilidad, sin perder detalle de las botellas de champán (de 100, 120 libras) y vino (ninguno baja de las 30 libras) que circulaban por allí con tanta facilidad como vino dulce reparte El Pimpi en Málaga.

Últimos detalles de Edimburgo
Los últimos detalles del día
Seguimos caminando por la ciudad y, poco a poco, el cansancio empezó a aparecer, así que tomamos la buena decisión de cenar en nuestro apartamento, que para eso teníamos una estupenda cocina. Un par de cervezas, un entrecot, arroz, pescado y chocolate, fueron los principales ingredientes de una cena casera familiar, pero con auténtico sabor escocés. Eran las 22:30 cuando empezamos a despedir un día que habíamos exprimido al máximo, dando buena cuenta de las maravillas que Edimburgo ofrece. Todavía quedaba un segundo día en la ciudad, donde tendríamos el auténtico clima escoces: sol, nubes, agua y lluvia, mucha lluvia, y nuevas historias…
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21W en su 9ª Maravilla
Europa, Un día en

Un día en la Acrópolis

El sábado 22 comenzó algo más tarde de lo previsto (8:30 AM) motivado por el retraso del vuelo (MAD-ATH con Iberia) del día anterior, lo que provocó que tuviéramos que coger el autobús, E95, para llegar al centro de Atenas. Desde plaza Syntagma, caminamos 5 minutos hasta llegar a nuestro hotel, Acrópolis House, a la 1:30 AM.

Sin embargo, debíamos dejar todo eso atrás y con la ayuda de un completo desayuno, nos dispusimos a callejear por el barrio de Plaka para encontrar nuestra 9ª maravilla: la Acrópolis. Así que, tras escasos 10 minutos caminando, con un espléndido Sol dándonos la bienvenida y 24º en el ambiente, empezamos a divisarla.

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El comercio y la comunicación. Estas son las 2 claves que se aprecian en las calles de Estambul. Todos te quieren vender algo, puedes comprar lo que quieras, cada 5 metros te ofrecen comer/beber algo… en momentos, puede parecer agobiante (zona de restaurante de pescado de Puente Galata), pero es su forma de ser, una vez más: respect, pero aquí reclamo el nuestro y el suyo. En el comercio, reseñar que no suele haber competencia desleal de precios, casi todo vale lo mismo: en la calle A que en la B, es decir una mazorca de maíz vale 1TL (0.40€) al lado de Santa Sofía o en el puerto. Y en la comunicación, el poco inglés que saben, lo llevan al extremo e incluso algunos se atreven con el español. Están preparados para el turismo y si alguna vez tenéis dudas recurrid al futbol, les encanta y conocen todo del futbol español.

Estar en la ciudad más grande de Europa, 15 millones de habitantes, tiene sus ventajas, todo está abierto a cualquier hora. Como dato, el primer día cenamos a las 0:30 hora turca en una terraza maravillosa, además nos prepararon 4 platos (sopa incluida) con un trato excepcional.

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