Atardeceres inolvidables en Isla de Pascua
Y si el Sol se escondiera por el Pacífico, dejando un brillo especial, entre nubes que esconden colores de tonalidades desconocidas. Y si la escena la acompañaran inmensos Moais, incluso uno te mirara fijamente. Y si en vez de uno, pudiéramos disfrutar de hasta cuatro atardeceres en la maravilla más remota del planeta.
Bienvenidos a los atardeceres inolvidables en Isla de Pascua, donde las palabras son humildes acompañantes de las imágenes.
El mejor lugar para ver el atardecer en la isla es Tahai, que se situaba a escasos 10 minutos caminando de nuestro alojamiento, las estupendas cabañas Te Pito Kura. En Tahai encontramos un ahu (plataforma) con 5 moais, Ahu Vai Uri, acompañados de otros 2 moais, el Ahu Tahai, siendo el más especial el Ahu Ko Te Riku, el único moai de la isla con pukao (sombrero) y los ojos de coral blanco originales.
Ya tenemos el contexto propio de la maravilla, los moais; ahora sumamos la inmensidad y los colores brillantes del océano Pacífico, las nubes espumosas del cielo y un Sol radiante. Incluso un día sumamos una botella de Pisco Sour y otro, barcos de la marina chilena que no querían perderse las postales al atardecer.
Los otros protagonistas de todos los atardeceres en Tahai son los 4-5 perros habituales que te deleitan con sus juegos, brincos y arrumacos.
Brindis al atardecer
Nuestro primer atardecer en la Isla de Pascua fue al segundo día de estar allí y nos esperábamos algo grandioso, así que fuimos preparados con 5 copas y una botella de Pisco Sour para brindar por el éxito de estar en la maravilla.
Sin embargo, las nubes decidieron que todo no podía ser tan sencillo. Jugaron con el Sol, mostrando y escondiendo su descenso final por el océano. Se mostraron pinceladas de lo que podría ser un atardecer entre moais, pero no fue el más bonito, aunque si muy especial, por el significado que tuvo en los cinco integrantes del grupo. Además, el destino es caprichoso y quería que volviéramos a intentarlo al día siguiente…
Atardecer entre barcos, moais y colores
Y volvimos a ir a Tahai, esta vez sin Pisco Sour, y quizás por estar más concentrados en la escena, nos ofreció un espectáculo inolvidable. Todavía recuerdo nuestra cara al ver los barcos de la marina chilena en medio de la postal al atardecer, pero lo que significó un problema inicial, vimos que se convertiría en un algo único: barcos, moais, colores, sol y atardecer. La mezcla era perfecta… y funcionó.