Miradas e historias desde Puno y el lago Titicaca
Lugares diferentes y especiales dentro del mismo país, así podríamos definir a Puno dentro de Perú. Una ciudad enclavada a más de 3800 metros de altura, sita a orillas del lago Titicaca y el principal punto de entrada para las excursiones por el lago y la conexión Bolivia-Perú.
No podemos decir que Puno sea una ciudad bonita, pero tiene encanto, algo sencillo que la hace interesante, diferente. Por mucho que sea llamada la capital folclórica de Perú, Puno nos pareció triste, no sé si por su altitud, por su frío clima o por las miradas de su gente, pero tiene la suerte de tener un espejo frente a ella que permite olvidarte de todo eso: el lago Titicaca, el lago en altura más grande del mundo.
Las mejores vistas para contemplar Puno y el lago es la subida al cerrito de Huajsapata, al cual se llega caminando 15 minutos desde la plaza de Armas.
Recorrimos Puno durante una tarde completa, contemplando su bella y sencilla Plaza de Armas, subiendo al cerrito, contemplando el puerto, visitando el mercado y dejándonos perder por su pequeño centro histórico.
Aparecen nuevas vestimentas, nuevos rasgos, todo parece más Bolivia, pero seguimos en Perú.
Lo primero que hicimos al llegar a la ciudad fue visitar el punto de información turísitica en la esquina de la Plaza de Armas, donde nos dieron un buen mapa y nos orientaron sobre precios y lugares a visitar.
Al día siguiente amanecimos muy temprano para realizar la excursión obligada en toda visita a Puno: las islas de los Uros y Taquile. Un recorrido de día completo por el lago Titicaca que te hace entender mucho mejor la vida a orillas del Titicaca. No hay apenas diferencia entre hacerlo por tu cuenta y organizado, así que en esta ocasión negociamos un buen precio (30-35 soles/pax) y la hicimos en grupo con guía. El resultado fue fantástico y aprendimos muchas cosas, recomiendo esta opción.
Miradas en los Uros
Tras 1 hora de navegación y acompañados de una completa explicación sobre las islas, llegamos a una de las islas flotantes de los Uros. Nos recibe el jefe de la isla con un saludo en su lenguaje nativo, el «aymara» y nos muestra mediante objetos como están organizados.
Apenas viven 6 familias en unas humildes cabañas hechas de junco, que mueven cada 2 meses. Es curiosa la consistencia del suelo, con base de tierra y cobertura de juncos. La isla tiene 4 anclas para evitar su movimiento ante las intensas lluvias y vientos en el lago.
La expresión para saludar en aymara es «Kamisaraki» y la respuesta es «Waliki».