A pocas hora de comenzar nuestro viaje a la India, comienzan a surgir los nervios y emociones pre-viaje. Han sido muchos los días de espera, muchas las personas que me han hablado del país, de que vaya preparado, que me va a sorprender, que tengo que tener la mente abierta, que encontraremos personas fantásticas, que es un caos, que me sentiré timado en muchas ocasiones, que el ruido y la suciedad es terrible… y la verdad que todo eso, me genera respeto, pero sobre todo incertidumbre. ¿Será cierto todo aquello que cuentan?
No sé si será cierto, pero tengo muchas ganas de llegar y conocerlo. Comenzar a tener mis primeras sensaciones sobre el terreno, los primeros sentimientos, a sentir el ruido, el caos, el picante, los 40º que nos esperan, a conocer a sus gentes, ver sus rostros, a intentar comprender un poco su cultura e historia. Son lugares de los que todo el mundo habla, pero necesitas conocer en persona.
Es común decir que la India no te deja indiferente, o la amas o la odias y por eso he realizado un gran ejercicio de abstracción, informándome y leyendo lo justo para poder organizar nuestro breve paso por un país de 1100 millones de personas. Es la fórmula que he denominado mente limpia y corazón abierto. Quiero tener mi propia opinión de la India por mis experiencias, no por los prejuicios.
¿Y por qué la India?
Lo primero, por conocer el Taj Mahal, la 13ª maravilla de 21 Wonders, esa maravilla de mármol que brilla e impresiona como ningún otro edificio en el mundo y lo segundo, porque es un país que siempre he deseado visitar, pero por respeto, dudas o no encontrar los compañeros adecuados para el viaje no ha salido adelante. Ahora, ha llegado el momento.
Mis compañeros en la India serán los mejores para un viaje de este tipo: corto, duro e intenso. Me marcho con mi padre, fiel compañero de aventuras y persona extraordinaria en adaptarse a todo tipo de circunstancias; y con Víctor, buen amigo y casi hermano, persona encantadora, abierta y que tenía en su lista de sueños visitar el Taj Mahal.
Por circunstancias de vacaciones y laborales, sólo podremos estar 8 días, suficientes para un primer contacto y visitar algunos de los lugares imprescindibles del Rajhastan, el norte de la India. Siempre tendremos tiempo de volver para seguir visitando el norte, la ciudad sagrada de Benarés, la meca de Bollywood (Bombay), las playas de Goa o el sur del país.
Como se suele decir, las mejores esencias vienen en frascos pequeños, así que en tan poco tiempo vamos a intentar tener un poco de todo.
Nos sumergiremos y sorprenderemos por el caos de Delhi, nos adentraremos en la historia de Gandhi, visitaremos algunas mezquitas y templos, disfrutaremos de la belleza de sus palacios, subiremos a trenes de 3ª clase, contemplaremos el amanecer en el Taj Mahal, viajaremos hasta la ciudad fantasma de Fatehpur Sikri, veremos algunos mausoleos, nos dejaremos llevar en sus locos transportes, dormiremos en un larguísimo tren nocturno, comeremos su deliciosa comida, disfrutaremos de puestas de sol a orillas de un lago, recorremos las interminables estancias del palacio de Udaipur, pasearemos por el lago Pichola y, sobre todo, trataremos de disfrutar cada uno de los instantes que estemos en la India.
Solo queda una cosa… comenzar la aventura. ¡Nos vamos a la India!