Hay lugares que ni cientos de fotos y vídeos le podrán hacer justicia, de esos sitios que deben ser visitados por uno mismo, para que tu ojo capte toda la escena, para que oigas todos los sonidos del entorno y para que sientas lo que es la naturaleza en estado puro. Para que no te lo cuenten, para que lo vivas.
Así son las Cataratas de Iguazú, un espetáculo visual y sonoro para contemplar en persona y nombradas, de forma muy merecida, una de las 7 maravillas del mundo en la naturaleza.
Formadas por el río Iguazú, están localizadas en la frontera entre Brasil (estado de Paraná) y Argentina (provincia de Misiones). Las cataratas son las que dividen el río Iguazú en sus dos secciones: la superior y la inferior. Su nombre proviene de la lengua guaraní o tupi y significa «Gran agua» y su descubrimiento oficial se lo debemos a un explorador español, Álvaro Nuñez Cabeza de Vaca, que dio cuenta de su belleza allá por 1541.
Su situación de frontera entre dos países, al igual que sucede con las cataratas del Niágara entre EE.UU y Canadá, es una de las mejores cosas que tiene Iguazú, ya que pueden ser visitadas desde Brasil y Argentina, con diferentes vistas y recorridos, y dada su cercanía se puede hacer en días consecutivos.
La altura de Iguazú varía entre los 60 y los 82 metros, siendo las Cataratas de Iguazú más altas que las del Niágara y hasta dos veces más anchas.
La visita se realiza desde el interior de dos parques nacionales, uno en cada país, pero que curiosamente comparten nombre: Parque Nacional Iguazú, perteneciendo ambos lugares a la lista de patrimonio mundial de la UNESCO. Incluso hay otro país muy cercano, Paraguay, que forma parte de esta triple frontera, aunque éste es el destino para hacer compras, pero eso es otra historia.
Las cataratas de Iguazú desde Brasil
La visita comienza con un bus panorámico, incluido en la entrada, que te va llevando por los diferentes puntos de interés del parque. Según el tipo de visita que uno quiera hacer se va deteniendo en un lugar u otro. Todo muy bien documentado y detallado en un mapa gratuito que te dan al entrar.
Lo habitual es bajarse en la parada «Trilha das Cataratas», donde comienzan los primeros miradores de las cataratas. Ahí, tras avanzar unos metros, empiezas a escuchar el «rugido» del agua y tienes las primeras imágenes de la maravilla. Impresiona el sonido, la fuerza, la altura y el caudal del agua, te quedas un poco hipnotizado y acabas de empezar, lo mejor viene después.
Desde ese punto, todo es una caminata, con diferentes miradores, observando algunas de las cascadas más famosas: Benjamin Constant, Deodoro o Floriano. Cada una te ofrece un ángulo de visión nuevo, un tipo diferente de caída y nuevas sensaciones recorren tu cuerpo. Empiezas a sentirte muy afortunado por estar allí.
Sigues caminando entre naturaleza, con las cataratas flanqueando tu paseo, hasta encontrar el punto estrella: la pasarela por la parte baja de la garganta del diablo. Antes de llegar, el sonido va aumentando y sientes que una gran fuerza está apunto de aparecer ante ti. Efectivamente, tras el último camino de madera, aparece la gran imagen que todos estábamos buscando: las Cataratas de Iguazú en todo su esplendor.
La Garganta del Diablo tiene 82 metros de alto, 150 metros de ancho y 700 metros de longitud, casi nada.
El recorrido por la pasarela de la garganta del diablo hay que hacerlo con chubasquero, poncho, bolsa de plástico o algo que te cubra del agua que te va a caer, que será mucha. De la cámara ni hablar de sacarla, alguna foto/vídeo con el móvil y a vivir la experiencia. Es impresionante estar allí: visualmente te abruma por su belleza, el sonido es tan intenso como una turbina y te ofrece vistas 360 grados del entorno. Solo por la experiencia de caminar por la pasarela merece la pena ir a las cataratas.
Tras reponerte y secándote un poco, todavía queda el mirador superior, al cual se accede por escaleras o ascensor y ese lugar te da la vista definitiva: todo el complejo de las cataratas de Iguazú del lado brasileño, incluso se ve parte del recorrido argentino que haré al día siguiente.
Comenzaba a caer la tarde sobre Iguazú y el Sol brillaba en el agua. Me quedé varios minutos contemplando la escena y maravillado por los reflejos que se producían sobre las cataratas. De esos momentos para guardar en tu retina para toda la vida.
Las cataratas de Iguazú desde Argentina
Comencé la jornada bien temprano, porque tenía que transportarme hasta Puerto Iguazú, Argentina, pasar las fronteras y realizar dos cambios de autobuses; además sumaba que era domingo y la frecuencia del autobús de línea era menor, pero lo conseguí, en poco más de 2 horas ya estaba en la puerta del parque nacional que da acceso al lado argentino.
El recorrido en este caso se hace a pie, aunque hay un tren que une las diferentes partes a visitar para las personas más necesitadas o con menos condiciones físicas.
En mi visita, su punto estrella, el paseo por la garganta del diablo estaba desafortunadamente en obras, así que el tren hasta ese punto tampoco funcionaba.
El hecho de tener cerrada esa parte creo que iguala la visita de ambos lados, sin embargo en el caso de estar abierta, el lado argentino sería más impresionante, aunque los parajes son extraordinarios en ambos casos.
Es muy buena idea, antes de visitar las cataratas, consultar la completa web del parque nacional Iguazú de Argentina, ya que ofrece toda la información actualizada y podremos ver las últimas novedades.
El primer trayecto por el parque nacional se hace por un sendero frondoso de unos 650 metros, llamado sendero verde, entre tablas de madera. Los sonidos de la naturaleza se escuchan, pero ni rastro de las cataratas. Son 20 minutos que te ponen en contexto de estar en un parque nacional. Al final del camino llega el momento de elegir recorrido por la parte alta o por la parte baja.
Comencé por la parte superior, donde se aprecian diferentes saltos de agua, llamados herradura de saltos. Cada uno con su nombre y bien documentado sobre su formación y su nomenclatura. El trayecto se realiza desde el salto dos hermanas hasta el mirador del salto Mbigua. Aparece el sonido del agua, hemos llegado a las cataratas. Hace un gran día para la visita, incluso siendo fin de semana, todavía no está lleno de grandes grupos, pero están llegando… hay que darse prisa y aprovechar el tiempo.
Camino por los diferentes miradores y plataformas, algunos de ellos impresionan por su ubicación frente a algunos saltos.
Destaco especialmente el salto de Adán y Eva y el salto Bosetti, que se aprecia desde el camino superior, pero sobre todo desde el inferior cuando te pones frente a él.
De nuevo, la belleza de las cataratas te envuelve, no sabes para donde mirar, estás sobrepasado por la imagen y por sus sonidos. Parece artificial, como si alguien hubiera diseñado ese cuadro y hubiese colocado los saltos de agua, los colores y los árboles y palmeras para dar con una puesta en escena de película, pero no, es real y natural.
Tras más de una hora de camino, comienzo a descender. En este nuevo trayecto, se ven partes nuevas, el lado brasileño y los saltos de agua previos, pero desde abajo. Decidir que parte es la mejor, es complicado, quizás esta inferior es más completa porque te aporta diferentes visiones de las cataratas.
Me detengo en varios puntos con especial atención. Uno es el mirador que te permite observar la famosa pasarela del lado de Brasil por la garganta del diablo. Impresiona verla en mitad de la caída de agua, menudo trabajo arquitectónico.
Otro momento destacado es observar las lanchas rápidas, con enorme potencia, que te llevan por la parte baja de las cataratas y te colocan, literalmente, debajo de algunos saltos.
Estuve valorando mucho si hacerlo, pero entre que no era barato y que había hecho algo similar en las cataratas del Niágara, lo descarté, pero lo recomendaría y lo haría en caso de ir otra vez.
Los dos últimos puntos a destacar son los miradores rodeados de palmeras, que ofrecen quizás las mejores fotos de las cataratas para los retratos o las fotos en grupo. Es una delicia contemplar la maravilla desde ahí, el tiempo se detiene y no sientes prisa alguna por dejar de mirar. Vuelvo caminando por alguno de los miradores y hago las últimas instantáneas. Se nota la masiva afluencia de grupos organizados y la visita comienza a ser algo agobiante, es un buen momento para buscar la salida.
Me encamino por el mismo sendero de entrada y me detengo en los cuadros explicativos sobre la historia de Iguazú. Es muy interesante leer sobre su descubrimiento, la evolución del parque y su desarrollo hasta nuestros días.
Y marcho hacia Foz de Iguazú, de nuevo dos autobuses y a descansar al hostel. Han sido dos grandes jornadas, ha merecido mucho la pena invertir en este viaje, porque es de los lugares de los que todo el mundo te habla maravillas, pero hay que verlo para afirmarlo. En nombre de la naturaleza: las Cataratas de Iguazú.
Muy buenas Alejo!!!
Qué buen artículo, tiene una pinta estupenda!!! Me lo apunto como un indispensable para visitar….. 😉
Un abrazo y a seguir disfrutando!!!
Diego
Diego, gracias por comentar. Iguazú es de las visitas obligadas, además elijas Argentina o Brasil para acompañar el viaje será buen destino. La fuerza de las cataratas es algo que hay que ver en persona 🙂
Un abrazo desde Hanoi, Vietnam.
Alejo
Te comento aquí, pero el comentario va dirigido a que me sorprende el trato de los brasileros !
En pleno mundial que cuando parece que has estado por allí la gente estaba hasta las narices de todo, estuve viviendo allí, mi experiencia con los brasileros y no como turista sino como migrante ha sido radicalmente opuesta, siempre dispuestos a ayudarme en lo que hiciera falta e invitandome a hacer de todo con ellos.
Hay que considerar que los que trabajan en el turismo, no son los mejores representantes del pueblo brasilero, son una infima parte y por esta gente yo al menos no intento juzgar un pais.
Puede gustarte o no, y muy bien que lo digas, para mi en cambio Brasil es naturaleza en estado puro, una gente majisima y el sitio donde tengo mi corazon… i
Un saludo desde el Sur .-
Hola Any,
Gracias por dejar tu comentario y aportar tu punto de vista, son muchas las personas que coinciden contigo, pero me gusta ser sincero y dar mi opinión tal y como lo sentí, aún así me encontré con personas fantásticas en Paraty o Porto Alegre, pero ni comparación a como me sentí en Colombia o México, por poner sólo unos ejemplos.
Fueron 3 semanas en Brasil y disfruté mucho, pero me quedé con esa sensación agridulce que quise comentar, por lo demás ya habrás leído mi artículo sobre Iguazú, las playas de Florianópolis o el encanto de Paraty, a nivel de naturaleza la riqueza es inmensa.
Lo cortés no quita lo valiente y seguramente fueron mis impresiones, por eso no generalizo… Y otra puntualización, no estuve durante el mundial sino en Noviembre, pero quizás todavía hubiera algo de cansancio… veremos ahora que llegan los JJ.OO.
Saludos.
Alejo