Nunca imaginé que mi primer restaurante con estrella Michelín sería en Hong Kong y menos aún que sería el más barato del mundo para establecimientos con esta prestigiosa distinción.
Lo que empezó siendo un humilde restaurante de dumplings (empanadillas chinas), se ha convertido en una prestigiosa marca con varios restaurantes en la ciudad y en el mundo, pero el mayor encanto reside en el local original de Tim Ho Wan, en el humilde barrio de Sham Shui Po en Hong Kong donde su chef, Mak Kwai Pui, se ganó su primera y preciada estrella.
Coincidiendo con mi 33 cumpleaños y aprovechando mi estancia en Hong Kong, decidí darme el capricho de cenar allí, pero lo que no sabía, que sería uno de los más baratos y sabrosos de todo mi viaje.
Revisé la información sobre todos sus establecimientos en la ciudad (actualmente hay 5) y me decidí por el local de Sham Shui Po, donde empezó todo. La casualidad quiso que también fuera el más cercano a mi alojamiento, situándose a apenas 5 paradas de metro.
Caminé unos minutos desde el metro de Sham Shui Po hasta la puerta del Tim Ho Wan, pero he de reconocer que me pasé 2 veces el sitio, porque no parecía un restaurante y menos aún uno tan famoso. Además había leído que se formaban largas colas en la puerta para coger mesa y allí no se veía a nadie… pero entré.
Serían las 21:00 y había una ocupación de un 75% en el local. Lo bueno es que algunas mesas eran compartidas y se aprovechan al máximo, así que compartí mi mesa de 4 con una pareja de chinos que no intercambiaron palabra entre ellos, menos aún conmigo, pero lo importante era el homenaje que me iba a dar. No todos los días estaba en un restaurante con estrella Michelín.
La decoración es sencilla, con suaves colores amarillentos y anarajandos. Alguna familia cenando, siendo la mayoría parejas de todas las edades. Tomé asiento y me dispuse a pedir la carta, cuando la simpática y veterana camarera me explicó (en chino e inglés) que debía apuntar con un lápiz mi comanda. Así que empecé a leer y a mirar las aclarativas fotos que servían de mantel. Mientras me decidía, me trajeron un clásico té chino, en este caso verde y muy caliente. La bebida perfecta para el festín que estaba a punto de empezar.
Finalmente, tras una larga reflexión, tomé mi lápiz y comencé a marcar los platos en la hoja. Pensé que había sido conservador, pero pronto entendí que había cometido algún exceso, ya que los platos eran más grandes de lo previsto y conforme empezaron a traerme alimentos, mi pequeña mesa comenzaba a quedarse ridícula y me convertía por momentos en el centro de atención del pequeño restaurante.
Esta fue mi elección en Tim Ho Wan:
- Empanadillas al estilo Chiu Chow.
- Steamed dumplings in chiu chow style.
- Pastel de huevo.
- Steamed egg cake.
- Pastel frito de nabo.
- Pan fried turnip cake.
- Rollitos de carne rellenos de verduras.
- Deep fried beef roll filled with preserved vegetable.
- Rollito de arroz relleno con carne.
- Vermicelli roll stuffed with beef.
- Pastel de pétalos y níspero.
- Tonic medlar & petal cake.
“Con lo que ordené podríamos haber cenado perfectamente dos personas, incluso una persona puede cenar con menos platos, pero soy de buen comer y aproveché el lugar”
Me sentí sobrepasado al llegar los primeros platos, no sabía por dónde empezar… pero me tranquilicé, hice algunas fotos y comencé a comer con toda la tranquilidad del mundo. Había que disfrutar al máximo de ese momento.
El primer plato fueron los rollitos vermicelli, navegando en una deliciosa salsa de soja. Su textura era suave y su sabor intenso. Un placer para el paladar y un inicio estupendo.
Luego siguieron tres platos casi consecutivos: el pastel de huevo, el pastel frito de nabo y los rollitos de carne. Fue una delicia mezclar esos sabores poco a poco. La cremosidad del pastel de huevo, la potencia del pastel de nabo y la fuerza en boca de los rollitos de carne. Entre plato y plato, un poco de té me permitía degustar cada sabor de forma independiente.
Quedaba mi preferido sobre el papel, las empanadillas al estilo chiu chow, y estuvieron a la altura. Eran sólo tres, pero con unas dimensiones y un sabor que hacían disfrutar desde el momento que las abrí hasta que las terminé con algo de pena.
Ya comenzaba a estar lleno, pero había que rematar el homenaje. Nada mejor que un refrescante y delicioso pastel de pétalos y níspero. Uno de esos platos que no sabes cómo está hecho, pero que te gana por la vista y te remata por el sabor.
Para finalizar, tomé otra larga taza de té y descansé cinco minutos contemplando el lugar y los pocos clientes que quedábamos. Solicité la cuenta y pagué muy feliz los 93 HKD. Había cenado en un restaurante con estrella Michelín por unos 11€ y había quedado lleno, satisfecho y feliz.
Hasta aquí mi experiencia en Tim Ho Wan, un lujo gastronómico al alcance de todos los bolsillos. Ahora tan sólo tenéis que buscar uno por el mundo, pero eso cada día que pasa es más fácil, ya están en Australia, Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur… pero recordad que el auténtico y donde empezó todo está en el barrio de Sham Shui Po, Hong Kong.
Datos de interés
- Localización: Sham Shui Po. G/F, 9-11. Fuk Wing Street. Kowloon. Hong Kong.
- Horario: 10:00 – 21:30
- Web: http://www.timhowan.com/